MADRID / Descubriendo a un extraordinario compositor español
Madrid. Auditorio Nacional. 30-X-2019. Carlos Mena, contratenor. Concerto 1700. Director y violín: Daniel Pinteño. Obras de Torres y G. Bononcini.
A pesar de la enorme importancia que tuvo en vida, en su doble faceta de compositor y de impresor, José de Torres (1670-1738) sigue siendo hoy un gran desconocido. Organista —primero— y maestro —más tarde— de la Capilla Real de Madrid, así como rector del Real Colegio de Niños Cantores, Torres fundó en 1699 la Imprenta de Música, única existente entonces en España. Bajo su dirección, se editaron buena parte de los mejores tratados teóricos de la época, así como infinidad de composiciones religiosas y de obras para la escena, tanto de autores nacionales como internacionales. Eso le permitió estar más al día que nadie de la música que se hacía en Europa y, al mismo, de convertirse en el primero compositor español italianizante, previo incluso a la invasión de autores italianos que se produjo con la llegada de los Borbones.
Fray Benito de Feijoo, uno de los más grandes polígrafos españoles, emprendió una feroz cruzada contra aquellos compositores italianizantes, plasmada en uno de los ocho volúmenes de su magna obra Teatro crítico universal, publicada entre 1726 y 1740. El principal blanco de sus iras fue Sebastián Durón, al que considera responsable de la decadencia de la música española por haber adoptado ese estilo italianizante. “Esta es la Música de estos tiempos, con nos han regalado los italianos, por mano de su aficionado el Maestro Durón, que fue el que introdujo en la Música de España las modas extranjeras. Es verdad que después acá se han apurado tanto estas, que si Durón resucitara, ya no las conociera”, escribía Feijoo, quien estaba aludiendo a Torres, con quien mantuvo una agria controversia literaria, si bien, al no usar Torres su verdadero nombre sino pseudónimo, Feijoo no pudo arremeter directamente contra él y se cebó con Durón, que no era ni mucho menos tan italianizante como lo fue Torres o como más tarde lo sería José de Nebra (quien, paradójicamente, ha pasado a la posteridad como paradigma de la música autóctona española en el siglo XVIII),
La italianidad de Torres quedó absolutamente patente en el concierto ofrecido en el Auditorio Nacional por el contratenor Carlos Mena y Concerto 1700, la formación instrumental que dirige el violinista Daniel Pinteño (ciclo Universo Barroco del CDNM). Presentaron tres cantadas sacras inéditas, localizadas por los musicólogos Raúl Angulo y Toni Pons en la Catedral de Guatemala (Corre, flamante rayo; La antorcha bella y Pues a sus luces bellas), de abrumadora belleza. La primera de ellas —la más antigua— presenta aún formas típicamente españolas (Recitado – Aria – Recitado – Aria – Recitado – Seguidillas – Grave), mientras que las otras dos tienen estructura genuinamente italiana (Recitado – Aria – Recitado – Aria). Se intercalaron dos sonatas da camera para dos violines y bajo continuo (nº 8 y 11) de Giovanni Bononcini, nacido el mismo año que Torres, cuyas partituras se editaron en la Imprenta de Música de Madrid.
Algunos pasajes de estas cantadas fueron memorables, entonados por Mena con belleza, hondura, solvencia técnica y perfecta proyección vocal, virtudes estas que le han convertido en uno de los mejores contratenores de nuestros días. El vitoriano se apasiona siempre con cualquiera de los múltiples proyectos que afronta (hay pocos cantantes tan poliédricos como él, pues abarca desde lo medieval hasta lo contemporáneo, incluso sin desdeñar la fusión con otras músicas), pero en esta ocasión se le vio incluso con más pasión, contagiado acaso de la magnífica música de Torres y del extraordinario desempeño de Concerto 1700 (además de Pinteño, la violinista Marta Mayoral, la violonchelista Ester Domingo, el contrabajista Ismael Campanero, el tiorbista Pablo Zapico, el oboísta Jacobo Díaz y el clavecinista Ignacio Prego, quien también se ocupó del órgano de cámara).
Fue una gran velada, que sirvió para comprobar la enorme calidad de la música de Torres y para constatar que en la España del XVIII ya había muy buenos compositores antes de la llegada de los italianos. Y los siguió habiendo, porque el aria No se extravíe de la cantata Bello pastor de Nebra que ofreció como bis dejó estupefacto al más pintado. La gran noticia es que esta cantata forma parte del próximo proyecto, dedicado íntegramente al compositor bilbilitano, que harán Mena y Concerto 1700.
Eduardo Torrico
(Foto: Rafa Martín – CNDM)