William Baynes: en el centenario de un olvidado
WILLIAM BAYNES:
Pictures of Light (Obras para piano. Cinco canciones) ROBIN WALKER: At the Grave of William Baynes / Duncan Honeybourne, piano. Gordon Pullin, tenor / DIVINE ART
El 6 de noviembre de 1922 moría a los veintitrés años William Baynes, a causa, en buena medida, de las secuelas de una septicemia contraída en el frente en los últimos días de la Gran Guerra. Su nombre se unía a tantas víctimas y en su caso particular a los músicos y escritores ingleses que sufrieron un final como el suyo. Su obra es extensa, casi ciento cincuenta piezas, la inmensa mayoría de ellas para piano, y el tiempo la ha arrinconado no sólo al dominio geográfico de las Islas sino al limbo del olvido. De él trató de sacarlo hace más de un cuarto de siglo el admirable pianista Eric Parkin, adalid igualmente de la música del mucho más reconocido John Ireland, con un disco estupendo, publicado bajo el sello Priory, que, curiosamente, aún puede encontrarse por internet y, desde luego, en las plataformas habituales. La excelente técnica de Parkin ponía de manifiesto las fuentes y las virtudes de la música de Baynes, de dónde venía y dónde estaba su originalidad.
Es ahora Duncan Honeybourne quien, en el centenario de la muerte del compositor, recuerda su figura y el interés de su música, actualizando la tarea de Parkin aunque repitiendo casi todas las piezas del disco de aquel. Como entonces, las influencias aparecen múltiples, claras pero inteligentemente asumidas y combinadas. Desde Chopin y Liszt hasta Scriabin (el que más) y Debussy —y, para Honeybourne más que para Parkin, Janacek en The Lone Wreck— pero todo con un algo indudablemente personal, la abundancia de la expresión, el nulo temor a la exaltación, que llega de la puesta en relación de esas músicas con un paisaje propio, el que se contempla con la vista, y ese otro más íntimo que todo lo envuelve. El disco añade las Cinco canciones, sobre textos de James Elroy Flecker, John Banister Tabb, Christina Rossetti, Safo y Rabindranath Tagore en versiones —hubiera venido mejor una voz más fresca— del veterano tenor Gordon Pullin, a quien pareciera también homenajearse por sus años de servicio a la música británica. Completa el programa At the Grave of William Baynes, una amplia pieza para piano de Robin Walker inspirada en las últimas palabras del compositor: “me hubiera gustado vivir pero no tengo miedo a la muerte”. Seguramente no bastará para devolver a la vida la música de Baynes pero este disco revela muy bien cuánto le queda por escuchar a quien prefiera descubrir a conformarse.
Luis Suñén