WIESBADEN / Fascinante doblete Janácek

Wiesbaden. 30.IV.2023, Internationale Wiesbaden Maifestspiele. Leoš Janáček: El caso Makropoulos / De la casa de los muertos. Elissa Huber, Aaron Cawley, Jiří Sulženko, Fleuranne Brockway, Erik Biegel, Gustavo Quaresma, Darcy Carroll, Mikhail Biryukov, Ralf Rachbauer, Romina Boscolo, Albert Horne, Christopher Bolduc, Claudio Otelli, Kristofer Lundin, Julian Habermann, Samuel Levine, Ján Rusko, Jiří Sulženko, Darcy Carroll, Tianji Lin, Stella An, Benjamin Hee. Director musical: Johannes Klumpp. Director de escena: Nicolas Brieger.
El Festival Internacional de Mayo de Wiesbaden se ha inaugurado este año con un aclamado doble estreno de Leoš Janáček, en sendos montajes de Nicolas Brieger de El caso Makropoulos y La casa de los muertos, tratadas ambas como fábulas sobre el paso de la vida, la soledad y el desarraigo del hombre moderno.
Existe en la vida de cada uno de nosotros un antes y un después, pero también un siempre que permanece en forma de traumas o de resplandecientes esquirlas de memoria que pueden impactarnos como granadas. En el caso de Emilia Marty, seductora diva operística, su siempre ha durado 337 años. ¿Qué había ocurrido? Su padre, Hieronymus Makropulos, alquimista y médico personal del rey Rodolfo II, había elaborado hacia 1685 un brebaje capaz de prolongar la vida, y decidió probarlo con Elina, su propia hija. Desde entonces, Elina ha vagado por el mundo, sobreviviendo a los siglos y asumiendo diversas identidades bajo las iniciales E.M. Esta brutal infusión del elixir en el gaznate de la joven Elina abrió la oscura y nocturna escenografía.
Una potente hélice, turbina de la vida eterna, gira al compás de los latidos palpitantes de la fosa. Pura amenaza. Los fantasmas sombríos de Alfred Kubin danzan por doquier. Aparecen luego estanterías de archivadores grises. Estamos en el bufete praguense del Dr. Kolenatý. Además de la disputa por la herencia de un viejo testamento que contiene la receta del elixir que prolonga la vida, El caso Makropulos trata de cuestiones existenciales de la vida: ¿Queremos vivir para siempre? ¿A qué precio? Elina, que ahora se llama Emilia Marty, está hastiada, emocionalmente muerta; una mujer, según el propio Janáček, ‘con el corazón helado’. En su tocador no sólo yace un lagarto gigante de plata, sino una ristra de pretendientes. La soprano Elissa Huber canta el papel con voz potente e intensa, mostrando un verdadero amor por el personaje. Su impacto sobre el público es inmediato. La mezzo Fleuranne Brockway (Krista) canta con cálidos y vigorosos acentos mientras quema la fórmula que promete la vida eterna. Emilia puede por fin morir. Del excelente elenco de cantantes destacan el tenor Ralf Rachbauer como Hauk-Šendorf, el antiguo amante de Marty, el barítono Jiří Sulženko encarnando con descaro y mordacidad al barón Prus, y el tenor Aaron Cawley en el papel del admirador de Emilia, Albert Gregor.
La ópera de Janáček De la casa de los muertos, basada en Dostoievski y estrenada en Brno en 1930, poco después de la muerte del compositor, parece un oratorio centrado en revelar musicalmente los pavorosos estados de ánimo de los prisioneros rusos. De la orquesta surgen gritos y lamentos, como si los cadáveres se alzaran para respirar luz. El director Johannes Klumpp dibuja el sombrío paisaje con delicadeza, conocimiento y un sentido naturalista del color instrumental. La Hessisches Staatsorchester Wiesbaden le sigue con atenta intensidad.
Los archivadores grises se transforman en ficheros con fotos ampliadas de los presos en la parte posterior. Un enorme esqueleto de ballena se sitúa junto a la lúgubre turbina en el páramo atemporal de la penitenciaría.
La historia de cada preso parece transitar por una fina línea de realidad. En ella viven todos, en ella se esfuerzan por seguir existiendo como seres humanos. Así lo muestra la cuidada dirección actoral de Brieger, que sabe rastrearlos como un sismógrafo del alma. Vemos a personas que avanzan hacia su interior y acaban consumiéndose en las brasas del tiempo. Christopher Bolduc nos subyuga con su calidez emocional como el preso político Goryanchikov. Jiří Sulženko interpreta con oscura crueldad al director de la prisión. El tenor Samuel Levine (Skuratov) retrata vívidamente el asesinato del prometido forzado de su gran amor Luise. Luka (Filka), responsable de la muerte de un sádico oficial, es cantado con pasión por Aaron Cawley. Claudio Otelli aporta una insólita intensidad a la narración del asesino Shishkov.
Nicolas Brieger nos priva de la conclusión utópica, mostrando de forma consecuente la arbitrariedad de los sistemas totalitarios. El poeta es fusilado, el águila (deslumbrante Stella An) desplumada y sacrificada. El fin de los tiempos ha llegado.
Abrazar la dura realidad, tal como exige el poeta Arthur Rimbaud como conclusión de supervivencia tras su infierno personal en la cárcel, es amar. Deberíamos hacerlo por aquellos cuyas historias acabamos de experimentar. Porque son verdaderas, brutales, de una potencia existencial explosiva que a todos nos concierne. La representación seguida de ambas óperas en tres actos, sin intermedio que valga, supone una experiencia emocional de gran impacto en su intensidad camerística; nunca antes se habían ofrecido de esta forma. Un enorme acierto del Festival Internacional de Mayo de Wiesbaden.
En suma: un homenaje a Janáček digno de un festival ambicioso y con visión de futuro. Al final, ovaciones entusiastas. ¡Bravo!
Barbara Röder