VILABERTRAN / Matthias Goerne, todo pasión para ‘El canto del cisne’
Vilabertran. Schubertíada. Canónica de Santa Maria. 19-VIII-2022. Matthias Goerne, barítono. Alexander Schmalcz, piano. Obras de Schubert y Schumann.
Desde aquel debut producido en setiembre de 1994, en un recital junto a Juliane Banse, Matthias Goerne se ha convertido en uno de los artistas fetiches de la Schubertíada de Vilabertran. Ahora, en trigésimo aniversario de este festival liederístico, no podía faltar a la cita el barítono alemán, con un concierto que en principio debería haber contado con el acompañamiento pianístico de Seogn-Jin Cho. Pero el afamado premio Chopin de Varsovia de 2015 tuvo que cancelar su recital en solitario y su posterior actuación junto a Goerne por una indisposición, por lo que fue substituido por Alexander Schmalcz, un gran especialista en lied.
La Canónica de Vilabertran volvió a recibir con los brazos abiertos a un Goerne que se siente como en casa, para degustar en esta ocasión de una pasional versión del Schwanengesang. Intercalados entre los poemas de Rellstab y los de Heine, cinco lieder de Schumann (Herzeleid, Einsamkeit, Die Sennin, Mein schöner Stern y Der schwere Abend) completaron el programa.
Goerne desplegó un abanico infinito de recursos en una interpretación tremendamente pasional y temperamental. No dudó en hacer incluso alguna indicación al tan experimentado Schmalcz, en lo que pareció una demanda de mayor fortaleza en su ya de por sí maravilloso sustento pianístico. Goerne ahondó en los aspectos más vehementes del ciclo. Se vació cantando Der Atlas, con una exhibición de proyección vocal ante el dolor y la desventura del infortunado titán; cantó con una expresiva naturalidad y buen gusto el bellísimo Abschied y nos dejó una vez más absortos con la delicadeza que desprendió su Frühlingssehnsucht.
En la lectura de Goerne siempre prevaleció como trasfondo el tema de la ausencia, leitmotiv del ciclo. Su interpretación ahondó en la nostalgia y estuvo rodeada de un profundo sentido dramático, como un amplio marco de vicisitudes por donde discurren los recuerdos pasados, ahora revividos, de la mujer amada. Fue conmovedor escuchar de nuevo Der Dopperlgänger en la voz de Goerne, abordado con un dramatismo repleto de dolor, así como la belleza que insufló a una sentimental versión de Ständchen. Los cinco lieder de Schumann precedieron, como un remanso de paz, a Der Atlas, uno de los puntos álgidos de la interpretación
Quizá el único pero que se puede poner es que en algunos momentos muy concretos no llegó a fluir esa alquimia que debe entablarse entre voz y pianista. A diferencia de lo que sucedió cuando interpretó en el Palau este mismo ciclo en 2019 con el piano de Leif Ove Andsnes, ahora no se produjo una comunión total con Schmalcz. Confiemos en que ello se subsane, ya que Goerne y Schmalcz vuelven a actuar juntos hoy domingo, 21 de agosto, en el concierto homenaje al Jordi Roch (creador de la Schubertíada de Vilabertran), esta vez con otro de los grandes ciclos liderísticos de Schubert: La mella molinera.
Lluís Trullén