VILABERTRAN / Exquisito Matthias Goerne

Vilarbertran. Canónica de Santa María. 27-VIII-2020. Schubertíada de Vilarbertran. Matthias Goerne, barítono. Alexander Schmalcz, piano. Lieder de Beethoven y Brahms
Matthias Goerne es una figura icónica de la Schubertíada de Vilabertran. El pasado año se conmemoraron los veinticinco de su debut en el festival ampurdanés, con un total de treinta y tres apariciones hasta la fecha. Si en la edición de 2019 el cantante alemán, acompañado al piano por Alexander Schmalcz, presentó un doble programa de recitales, en la presente edición ha ofrecido dos actuaciones en la tarde y noche del jueves dedicadas a Beethoven -en conmemoración al 250 aniversario del compositor de Bonn- y a Brahms, autor de quien Goerne cantaba por primera vez diez lieder que preparó junto a Schmalcz durante el periodo de confinamiento, tal como nos apuntaron los organizadores.
Los lieder de Beethoven han ocupado un puesto significativo en los programas de Goerne en esta segunda quincena de agosto (Salzburgo, día 18, Varsovia día 24, Vilabertran día 27, Düsseldorf día 30) recitales en los que, a excepción del de Vilabertran, el cantante ha contado con el acompañamiento de Jan Lisiecki, pianista canadiense junto a quien ha grabado para DG un monográfico dedicado al compositor de Bonn aparecido en marzo de este año. La organización tuvo que hacer un verdadero encaje de bolillos para lograr que Goerne llegara a Vilabertran desde Varsovia adecuándose a las restricciones de salud y de transporte aéreo motivadas por la Covid 19. Finalmente el cantante no faltó a su cita y Vilabertran volvió a rendirse a un talento vocal que año tras año nos seduce por igual.
La voz de Goerne volvió a ser hipnótica, de una calidez que se apoya en un registro medio de majestuosa consistencia que se alza hacia unos agudos en los que desgrana las notas con suma pureza de emisión siempre acomodándolas a la resonancia de la Canónica de Vilabertran para lograr una nítida percepción en los oyentes. La fusión entre voz y piano producía una amalgama sumamente atractiva que se puso de manifiesto ya desde la plegaria intimista con la que se abre el ciclo beethoveniano Gedichten von Gellert, op.48, traducido en clave introspectiva desde la solemnidad de Vom Tode (De la muerte) y Gottes Macht und Vorsehung (Poder y providencia de Dios) hasta la delicadísima Bußlied (Cancion del arrepentimiento) cuyo refinamiento expresivo permitió a Goerne exponer su dominio de las sonoridades cálidas y apianadas.
Siguió un Brahms cantado con pasmosa naturalidad. Canciones como Sonntag, An den Mond o Serenade fluían a través de un canto cuyo registro grave se engalanaba con sonoridades profundas proyectadas con elegancia, claridad y un justo equilibrio de volumen.
La estructura narrativa del ciclo An die ferne Geliebte (A la amada lejana) de Beethoven, escrito en 1816 sobre poemas de Aloys Jeitteles, se articula en una secuencia que configura una metáfora de la fidelidad del amor. Sus tonalidades mayores establecidas bajo un perfecto orden y la reexposición temática del primer motivo en la última canción ayudan a configurar dicho aspecto cíclico, que exige al cantante exponer al máximo su sensibilidad interpretativa. Y Goerne dio lo mejor de su canto, entregando una lectura en la cual el trazo vocal tendía siempre a enfatizar los aspectos más melancólicos y expresivos del texto. Versión profundamente descriptiva que tuvo un impecable acompañante en el piano de Alexander Schmalcz, habitual en la Schubertíada, cuyo trabajo -por poner algún pero- quedaba a veces excesivamente supeditado a los requisitos vocales del barítono. Goerne volvió a impartir una lección de canto y sensibilidad con otro inolvidable recital de lied.
(Foto: Martí Artalejo)