VIENA / Rousset redescubre ‘Kublai Khan’ de Salieri
Viena. MuseumQuartier. Halle E. 5-IV-2024. Carlo Lepore, Lauranne Oliva, Alasdar Kent, Marie Lys, Leon Košavič, Fabio Capitanucci, Giorgia Caoduro, Ana Quintana, Christoph Wagner-Tankwitz Dirección musical: Christophe Rousset. Dirección escénica: Martin G. Berger. Arnold Schonenberg Chor. Les Talens Lyriques. Antonio Salieri: Kublai Khan.
Corría el año 1788 cuando Antonio Salieri terminó de componer Cublai, Gran Kan de’ Tartari, un drama heroico-cómico con libreto de Giovanni Battista Casti que ponía en la picota a la corte del zar de San Petersburgo. La ópera no superó el veto de la censura porque el Imperio de los Habsburgo era aliado del Zar en la guerra ruso-turca. La partitura, despertada ahora de su letargo secular, se ha estrenado en Viena.
La puesta en escena de Martin G. Berger traslada el libreto del siglo XVIII a la actualidad, concretamente estamos en 2020. La crisis del Imperio de los Tártaros es la crisis de una industria de confitería dirigida por un descendiente lejano de Kublai, Schorch: una industria en crisis debido al descenso de ventas provocado por los envases una efigie ya no políticamente correcta.
Su hijo Lipi, heredero natural de Kublai, no tiene un céntimo. No goza de la confianza de su padre, que quiere casarle con Alzira, una princesa de Bengala, para restaurar la fortuna de la dinastía. Pero Lipi no es sensible a los encantos femeninos… Una manager china sin escrúpulos se casará con Timur, el sobrino favorito de Kublai, y restaurará el negocio familiar. En el escenario, el propio Salieri (espléndidamente interpretado por Christoph Wagner-Trenkwitz) aconseja e incluso reescribe. Hoy teme la censura a causa de la guerra ruso-ucraniana.
La puesta en escena, una abrumadora ola de colores a través del vestuario de Alexander Djurkof Hotter, es una explosión de artificios que alcanza la apoteosis en el final del primer acto: una jaula de locos muy queer, triunfo de la corrección política que restaurará la empresa familiar. Así pues, ¡Kublaikugel a discreción!
La sabiduría de Christophe Rousset en este repertorio viene de lejos: parte de La grotta di Trofonio pasando por Tatare y Armida hasta Les Horaces, todas obras del catálogo de Salieri que el francés ha dirigido y grabado a lo largo de los años. Conoce como pocos la poética del compositor: se mueve como pez en el agua en la partitura, algo angulosa por los numerosos y largos recitativos. Rousset es un alquimista del pentagrama: cualquier música que toca es inmediatamente maravillosa, encanto magnético, puro placer. Aquí tampoco defrauda. Su exploración de la partitura se convierte inmediatamente en una excursión a un bosque encantado de sonidos, un fresco sorprendentemente rico en timbres y colores, que no pierde tensión dramática ni siquiera en los recitativos, gracias a la simbiosis con su orquesta Les Talents lyriques.
El reparto vocal no es menos impresionante. Todos presumen de un italiano perfecto. De la soprano Maria Lys (Alzira) se recuerdan agudos seguros y excelentes agilidades. La coloratura es hermosa. El tenor Alsdair Kent (Timur) es muy bueno: excelentes filati y medias voces. Aborda los agudos con gran seguridad manteniendo siempre un bello timbre. El Kublai de Carlo Lepore es un cameo de comicidad, técnica y presencia escénica. La elección de Lipi en travesti (Lauranne Oliva) fue acertada. Brillante el Arnold Schoenberg Chor.
Franco Soda