VALLADOLID / Presentación de Anna Clyne, compositora en residencia de la OSCyL

Valladolid. Auditorio Miguel Delibes. 2-XI-2023. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Jess Gillam, saxofón; Director: George Jackson. Obras de Dvorák y Clyne.
Para la presentación de la británica Anna Clyne como compositora residente de la OSCyL, la formación ha programado una obra titulada Glasslands que tiene de original el contar con un saxofón soprano como protagonista. Se trata de una suerte de concierto en tres movimientos compuesto hace un par de años precisamente para la saxofonista Jess Gillam, quien lo interpretó anoche en Castilla y León y que también lo hizo en el estreno de la obra habido en Detroit en el mes de febrero. La partitura responde a la afortunada y fructífera forma de mecenazgo artístico colectivo, pues es un encargo de la OSCyL en colaboración con la Orquesta Sinfónica de Detroit, la Filarmónica de Naples (Florida), el centro Nacional de las artes de Canadá y Radio 3 BBC.
Desde el punto de vista compositivo, se trata de una obra que busca la reivindicación del saxofón en el empaste orquestal, aspecto este que destaca de manera especial en los diálogos e intervenciones con los instrumentos de viento, flautas y oboes en particular, con las cuerdas como testigo activo. La compositora debe contar con una orquesta versátil en la variedad de sus prestaciones y ágil en la capacidad de respuesta y adaptación a los requerimientos técnicos y expresivos de la partitura. El movimiento inicial ofrece ese elemento sorpresa consistente en el buen casamiento del solista con los acompañantes. Quizá abunda demasiado en el registro agudo del instrumento, lo cual no es que sea ni bueno ni malo, pues es la voluntad del compositor, pero sí provoca cierta fatiga no agradable en el oyente. Esa variedad de registros orquestales incluye una reiterada cita al saxofón de Cuadros de una exposición o efectos llamativos como una sección a base de ‘pizzicato Bártok’, que subraya cierta brutalidad. El segundo movimiento ofrece un comienzo cálido de la solista junto a un solo violonchelo, a los que van a ir sumándose los solistas de diferentes secciones de cuerda y viento. Se trata de un discurso cinematográfico con alguna referencia a esa brutalidad rítmica recurrente. El tercer movimiento recupera el interés que pudo diluirse anteriormente gracias al carácter juguetón del solista en una especie de rondó. La solista Jess Gillam, desde un conocimiento profundo de la partitura, exhibió todo un catálogo de recursos de su instrumento tanto en lo técnico como en lo expresivo y recibió por ello una buena ovación.
El director George Jackson, sustituto de Elena Schwartz, comunicó a la orquesta muy buenas ideas de expresión, fraseo y dinámica de tensiones. La obertura de Mi país abrió la tarde y mostró una gran orquesta con un destacable “sonido Dvorák”, como avance certero de lo que iba a ser el resto del concierto. La cuerda estuvo especialmente expresiva de principio a fin, quizá gracias a la labor del concertino invitado, Pacalin Pavaci, muy apreciado en Castilla y León, pero tanto en Dvorák como en Clyne, a Jackson se le escaparon algunos desequilibrios en los planos. Comenzó la Sinfonía nº 7 del autor checo con una orquesta bella y unas cuerdas exuberantes. La brahmsiana llamada de las trompas del adagio sonó espléndida y pareció cambiar el discurso general. Dvorák ofrece en esta germánica sinfonía una aliviadora concesión al oído en la melodía del scherzo, inspirada como pocas, que Jackson ofreció con fraseos verdaderamente hermosos y admirable delicadeza en la expresión. No obstante, el sonido, en todo el concierto, tendió a resultar un poco masivo, con una pizca de rudeza de volúmenes que otros directores habrían evitado o limado. El arte de la orquestación resulta delicado no solo en la composición, sino también en la labor de dirección y construcción, especialmente cuando resulta tan difícil destacar el elemento melódico, que se ofrece en intervenciones breves y, en ocasiones, no se aprecia como debiera entre el sonido general.
Enrique García Revilla