VALLADOLID (OSCyL) / Y la belleza, amigos, es cosa de Dios

VALLADOLID Auditorio Miguel Delibes. 5-II-2021 / Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Violín: Ellinor D’Melon. Director: Jaime Martín. Concierto retransmitido por Internet en la sala vacía de público. Obras de Chaikovski y Mendelssohn.
Gracias a la retransmisión a través de Youtube se ha podido ofrecer este concierto de temporada de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, que ha sido seguido por unos 1200 espectadores. Es evidente que estamos deseando que llegue el día en que se alcance la antigua normalidad, pero mientras nos encontremos en camino, agradecemos conciertos como estos, en los que muchos nos reencontramos con nuestra orquesta tras varias citas perdidas entre toques de queda y limitaciones de traslado interprovincial.
En este primer concierto de la OSCyL a través de Internet se han puesto a prueba unos medios técnicos de calidad empleados con buen criterio. A una excelente realización se suma una toma de sonido bien ponderada en cuanto a equilibrios sonoros. Fue curioso escuchar como espectador ciertos sonidos de trajes de músicos, de sillas y, por descontado, de vueltas de página, cosas no permitidas en una grabación de estudio, pero reales al fin y al cabo, que contribuyen a la verosimilitud, a que el oyente perciba que la música está viva. Se dejaba escuchar, incluso, la resonancia de la sala vacía, tan diferente a las condiciones acústicas que se producen cuando el patio de butacas está lleno de público.
Dicho lo cual sobre la parte técnica, hablemos de música y del regreso de Jaime Martín al podio de la OSCyL tras un lapso de tiempo, visto lo visto, demasiado largo. Ellinor D´Melon, ¡vaya solista!, en el Concierto para violín de Chaikovski, irrumpió con una expresividad desusada en toda la obra. Desprovista de la afectación que se suele asociar al compositor ruso, se pudo echar algo de menos esa tendencia romántica a la exageración que a veces agradecemos. D´Melon se mostró implacable en cuanto a carácter. Su expresividad es brava, corajuda y muy particular, pues evita sin amaneramientos el Chaikovski dulzón y encuentra la emoción y expresión en la interpretación enérgica. Perfectamente ensamblada con la orquesta y sin meterse en los terrenos del director, ofreció una lectura muy personal de este archiconocido concierto, y demostró su propio lenguaje con el instrumento, un tipo de expresión en virtud de la cual la solista sería perfectamente identificable entre varios violinistas en una interpretación a ciegas.
La OSCyL supo mantener su presencia en la primera parte del concierto, marcando, como era de esperar, un primer pico de emoción musical en los primeros tutti del tema inicial. Pero aquello fue un concierto para violín y el protagonismo era compartido. La segunda parte era toda suya. ¡Cuánto te echo de menos, OSCyL! Jaime Martín, después de haber logrado que orquesta y solista fuesen como hermanos gemelos y no contendientes, tiró de sabiduría y comunicación con los profesores en la segunda parte para que la Escocesa de Mendelssohn sonase a Italiana. Llenó de luz y sol este invierno (en sentido amplio) en que estamos sumidos, extrayendo optimismo y contagiando alegría. Quizá la toma de sonido jugó a favor de los solistas de madera. Supo tener Martín a la OSCyL plena de confianza en sí misma para llegar al adagio, momento culminante en cuanto a emoción, pues hizo de él un adagio elegíaco. Sin duda hubo lágrimas en el público que escuchaba en sus casas y, probablemente a alguno de los músicos también se le humedecieron los ojos. Maravillosamente bello el adagio al que el doble puntillo y el timbal otorgaron un toque de marcha fúnebre hermosa y respetuosa.
Posiblemente ha sido la mejor actuación que recuerdo a Jaime Martín con la OSCyL y, sin duda, la más emocionante. Una Escocesa muy Italiana no impidió que el tema final y la coda tuviesen ese inconfundible sonido imperial británico al que tan bien saben responder las orquestas grandes y que tan bien conoce el director. Bravísima solista, altísima OSCyL y bellísima dirección.
Enrique García Revilla