VALLADOLID / La OSCyL ante la energía de Gemma New
Valladolid. Auditorio Miguel Delibes. 24-V-2024. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Piano: Sir Stephen Hough. Dir.: Gemma New. Obras de Bacewicz, Grieg y Mendelssohn.
Una modificación en el programación trajo a la directora neozelandesa Gemma New en lugar del americano Hugh Wolff, de lo cual me alegro, no porque la música suene mejor en sus manos, sino porque es una directora diferente que ha exigido cosas, digamos, especiales a la OSCyL y a su público.
El estreno en España del Divertimento para cuerdas de la polaca Grazyna Bacewicz (1909-1969) requirió de la orquesta un grado extremo de precisión que no siempre se mantuvo al máximo. La obra consiste en tres breves movimientos en los que se demuestra lo difícil que es componer en el siglo XX, cuando hay que conseguir interesar sin los timbres enriquecedores de los vientos y sin los recursos de bellas melodías o interesantes procesos armónicos. La obra, sinceramente, no produce efecto en el público y tampoco despierta gran interés.
Afortunadamente, dos grandes autores del siglo XIX compartían programa para crear un buen momento artístico en la acústica del Delibes. Desde el comienzo, Gemma New y Stephen Hough demostraron llevarse bien y ofrecieron un Concierto para piano de Grieg con un muy buen equilibrio entre solista y orquesta, salvo en algún forte del tercer movimiento en que la tapa levantada del piano provocó que la claridad general se embarullase. La directora entendió los fraseos con su ir y venir de tensiones a la par del pianista. Este, por su parte, aunque no dejó una versión de concurso, por algunos dedos evidentes que se dejó por el camino, hizo gala de una personalidad musical plena de fuerza, tensión y chispa. Su segundo movimiento, al que suele calificarse en el campo semántico de lo etéreo, fue más bien concreto y clásico que soñador o romántico.
Cuando comenzó la Sinfonía escocesa de Mendelssohn en la segunda parte nos dimos cuenta, una vez retirado el protagonismo del piano, de que esa mencionada energía forma parte de la maniera de la directora Gemma New, que guía su orquesta con tempos ligeros y dinámicas generosas casi en todo momento. La brumosa introducción sonó un tanto desconcertante, de un enérgico inesperado, en vez de como el evocador prólogo. La OSCyL fue, en manos de New, un instrumento activo, fresco, juvenil; discutible, sin duda, pero con todo bien hecho, con los detalles bien expresados. No tuvieron los profesores un instante de relax en toda la sinfonía. En el segundo movimiento sí se notó que ese ligero exceso de todo provocaba algo de follón en los contrapuntos, que en la sala tendían no entenderse, tanto por la dinámica fuerte como por la rapidez del tempo. Pero la directora no dio tregua a músicos y público en su exigencia. Esos tempos impidieron que chelos y solistas de viento no pudieran sacar todo el partido posible a sus intervenciones del tercer tiempo y, al llegar al finale guerriero, el oyente ya se encontraba exhausto de tanta tensión. La célebre coda no trajo el cambio de color y carácter que suele crear respecto a todo lo anterior, sino que incidió en esa grandiosidad e intensidad de tensión.
Detrás de una interpretación discutible (lo cual no significa que no sea buena, sino que para algunos puede ser excelente y para otros no tanto), el lado positivo se halla en una OSCyL que estuvo a la altura en cada momento, a tope en reflejos y concentración, capaz de responder a lo que se le pidió, fuera esto de la naturaleza que fuera. Y una orquesta tan versátil, que sonó de forma tan diferente a cualquier otro día, y que es capaz de ofrecer el sonido y estilo que le exija un director desconocido, esa orquesta, decía, es un tesoro. Me imagino que los ensayos han debido de ser especialmente intensos y los dos conciertos agotadores.
Enrique García Revilla