VALENCIA / Valentina Lisitsa: los milagros, a Lourdes
Valencia. Palau de les Arts. 14-IV-2021. Valentina Lisitsa, piano. Orquesta de Valencia. Director: Ramón Tebar. Schumann, Concierto para piano. Beethoven, Segunda sinfonía. Valentina Lisitsa, piano. Orquesta de València. Director: Ramón Tebar.
Pianista con pies de barro, la ucraniana Valentina Lisitsa (Kiev, 1973) se ha convertido en uno de los valores más aplaudidos del piano contemporáneo. Mercadotecnia, redes sociales, agentes del saber venderse y la sordera de tantos gestores artísticos han hecho posible el curioso fenómeno de subir a los altares intérprete tan discreta. Después de la barbaridad de tocar en marzo de 2017, en una sola velada, los cuatro conciertos de Rachmaninov y la Rapsodia sobre un tema de Paganini en el Auditorio Nacional con la OCNE y Ramón Tebar, el ‘huracán’ Lisitsa ha recalado en Valencia para tocar con la orquesta titular del Palau de la Música el concierto de Schumann acompañada por el mismo maestro. Muchos e inexplicables aplausos cerraron su discreta actuación y propiciaron la escucha fuera de programa de un desmadrado vals que más que de Chopin parecía firmado por Prokofiev o Khachaturian. O quizá por los tres…
Lisitsa tiene medios aparatosos y una técnica poco refinada, pero que le permite salir superficialmente airosa en ciertas obras de aparatoso virtuosismo, como los conciertos de Rachmaninov o Prokofiev. Pero Schumann, como Chopin, Brahms y todo el corazón romántico, es otro cantar, y requiere bastante más que dedos que recorran con soltura y decibelios el teclado. Su desenfrenada versión del único concierto para piano de Schumann resultó yerma, abrupta y sin apenas gradaciones dinámicas, edulcorada con un fraseo previsible y corto de aliento melódico. El intermezzo central ni fue andantino ni fue grazioso, mientras que en el Allegro vivace que cierra el concierto se circundó el caos, en una nerviosa interpretación a mil por hora en la que el desencuentro evidente con el podio fue fruto y consecuencia de la evidente falta de ensayos.
Nada es posible sin un trabajo a conciencia, y sin apenas ensayos. Milagros, a Lourdes o Fátima. La Orquesta de Valencia no es el Marinskii; bastante menos Tebar es Gergiev. La monocorde, apática, emborronada y desvertebrada versión de la Segunda sinfonía de Beethoven que completó el programa es impropia de una formación como la valenciana, que representa a una de las ciudades más excelentemente musicales. También de la categoría técnica y artística de muchos de sus músicos, entre los que abundan instrumentistas de muy alto nivel profesional. Trabajo tiene por delante el próximo titular, Alexander Liebreich, para enderezar el rumbo torcido y recuperar el nivel de una orquesta capaz de mucho, de muchísimo más, de lo que hizo en este concierto para el olvido.
Justo Romero
(Foto: Live Music Valencia)