VALENCIA: ‘Trouble in Tahiti”: abulia y contradicciones

Valencia. Palau de les Arts (Teatro Martin i Soler). 3-III-2022. Bernstein, Trouble in Tahiti. Laura Orueta, Alejandro Sánchez, Mariana Sofia, Xavier Hetherington, Carlos Fernando Reynoso. Orquestra de la Comunitat Valenciana. Director musical: Jordi Francés. Director de escena: Ted Huffman.

Publicita el Palau de les Arts Trouble in Tahiti, la operita que Leonard Bernstein estrenó en 1952, como una “feroz crítica al sistema capitalista al compás del soul y del jazz”. Pero más que “feroz”, Trouble in Tahiti (Problema en Tahití) es una descarnada, mordaz y bienhumorada sucesión de escenas (siete) que describe los problemas, abulia y contradicciones de un matrimonio convencional de la burguesía estadounidense. Un retrato musical y dramático que, en el fondo, más allá de la caricatura, pinta la frustración y el vacío de una sociedad de consumo abocada al fracaso. Usted y yo. Una sátira en clave operística del American Way of Life. Sus protagonistas, Dinah y Sam, un matrimonio supuestamente feliz y que lo tiene todo, vacaciones en Florida, gimnasio y hasta psicoanalista y profesor de golf. Pero que, más que no aguantarse entre ellos, no se soportan a sí mismos, a sus vidas predeterminadas de “cerdo feliz”.

Mordaz, amena y cargada de destellos, Trouble in Tahiti ha llegado a Valencia, al Teatre Martín i Soler del Palau de les Arts, en la magistral producción dirigida escénicamente por Ted Huffman para la Ópera Nacional Holandesa. El director estadounidense ambienta la historia en un espacio único, animado por un movimiento vivo y cargado de detalles que ilustra escrupulosamente cada una de las sucesivas situaciones que viven los dos protagonistas. Una escena abigarrada de todo, que igual es un ring de boxeo, una selva tropical, la clínica de un psicoanalista, el despacho de un ejecutivo, un cine mágico o el salón doméstico en el que los dos, ella y él, ven aburridamente la tele mientras comen palomitas. Una genialidad en sintonía con lo que cuenta el libreto y música Bernstein, subrayada por una cámara curiosa y pertinente que atisba y busca detalles y gestos. Eficaz escenografía de Elena Zamparutti y vestuario ad hoc de Gisella Cappelli. ¡Una pasada!

Si el nivel escénico fue excepcional sin reservas, no anduvo a la zaga el musical. La versátil Orquestra de la Comunitat Valenciana, que estos mismos días fascina con Haendel (Ariodante) en la sala Principal, en el vecino Teatre Martín i Soler, se muestra como instrumento perfecto para la música, nueva y novedosa de Bernstein. Bajo la batuta competente e idiomática de Jordi Francés, abordó la breve partitura —crecida con los postizos de la obertura y el postludio del primer acto de A Quiet Place— con pulso rítmico, flexibilidad melódica y riqueza de registros y matices. Francés matizó y destacó la viveza que vuelca Bernstein en esta luminosa y viva composición tan representativa de su tiempo coloreado. También su dulzona y triste nostalgia.

El ámbito vocal fue cubierto por miembros del Centre de Perfeccionament, que prepara y dirige María Bayo. La mezzosoprano madrileña Laura Orueta, como Dinah, y el barítono peruano Alejandro Sánchez (Sam) lucieron sus mejores cualidades vocales y escénicas como el frustrado matrimonio protagonista. Otorgaron credibilidad y calidad vocal a sus personajes, realzados por el apoyo de la soberbia dirección de actores de Ted Huffman. A su lado, destacaron igualmente el trío integrado por Mariana Sofía, Xavier Hetherington y Carlos Fernando Reynoso. Una función redonda, seguida por un joven y abarrotado Teatre Martin i Soler que disfrutó de cada segundo, de cada instante de la hora esencial que se prolonga el espectáculo. Espectáculos así enganchan a la ópera. ¡Bravo!

Justo Romero

(Foto: Miguel Lorenzo y Mikel Ponce – Palau de les Arts)