VALENCIA / Los recovecos de Beethoven
Valencia. Centre Cultural l’Almodí. 14-XI-2020. Ciclo Sonatas para violonchelo y piano de Beethoven. Mariano García, violonchelo. Jorge Nava, piano.
Concertista en plenitud, músico hondo y sensible, solista de violonchelo de la Orquesta de Valencia, Mariano García es uno de los más refinados y dotados instrumentistas surgidos en la Comunitad Valenciana en las últimas décadas. Algo que ha vuelto a poner de relieve en esta nueva actuación, en la que ha lucido sus maneras y actitudes de gran solista. En el programa, las tempranas dos primeras sonatas para violonchelo que Beethoven compone en 1796, entre las que intercaló el recreado sabor clásico y mozartiano de las Siete variaciones sobre el dueto “Bei Männern, Elche Liebe Ühlen”’ de La flauta mágica que el coloso de Bonn culmina en 1801, es decir, cinco años después de las dos Sonatas op. 5. Como cómplice imprescindible, el piano virtuoso y dialogante desde su sustanciada raigambre solista de Jorge Nava, nombre incuestionable del nuevo piano español.
Fue un Beethoven entendido y dicho desde sus más íntimos y hondos recovecos, nutrido por la solvencia instrumental y artística de dos músicos en plenitud, virtuosos avenidos empeñados en servir la música y disfrutar de ella. No hay espacio para la exhibición, el hueco efectismo o el lucimiento personal. Importa el arte y su poderoso universo de sentimientos y sensaciones. Dos intérpretes que, desde sus propias y diversas naturalezas, atesoran la lucidez y la generosidad empática de fundirse en la unicidad del verdadero dúo, algo que nada tiene que ver con que dos músicos toquen juntos. Beethoven puro y pura música de cámara.
García y Nava, Nava y García, se adentraron en este Beethoven temprano a través de una mirada que indagó precisamente, casi enfatizó, esos acentos en germen. Dinámicas y fraseos son extremos, y los tiempos se explayan en las dramáticas lentitudes, para subrayar un devenir que late con fuerza en el arco intenso y el teclado extremo de este feliz binomio de confluencias, sintonías y encuentro. Ya en el inmenso y dramático Adagio sostenuto que abre la primera sonata se percibió la profunda e indagadora visión que marcó este Beethoven de vivas referencias y resonancias. Como contrapunto, el radiante rondó final se sintió refulgente y cargado de vitalidad, calidad y extravertidas nitideces instrumentales.
Después, tras una versión que no olvidó la sustancia mozartiana de las Siete variaciones sobre el dueto “Bei Männern, Elche Liebe Ühlen” de La flauta mágica que el coloso de Bonn compone en 1801 –es decir, cinco años después de las Sonatas op. 5- para el conde Johann Georg Browne, llegaron como colofón los dos movimientos de la segunda de las sonatas, en sol menor, cuyo sincopado rondó final quedó realzado por los vivos acentos, pulso y empaque que le otorgaron sus artífices.
Fue el colofón sobresaliente de un recital seguido por un público maravillosamente silencioso, cuyos bravos y aplausos propiciaron que el programa se prolongase aún con el regalo oportuno de la undécima variación de las Doce variaciones sobre un tema de “Judas Macabeo” que Beethoven compuso en 1797 sobre el conocido oratorio de Haendel. Los mismos intérpretes completarán el ciclo integral de las cinco sonatas para violonchelo y piano de Beethoven el próximo mes de febrero, exactamente en el mismo espacio y serie de conciertos, promovida por el tristemente clausurado Palau de la Música de Valencia.
Justo Romero
(Foto: Michal Novak)