VALENCIA / Heras-Casado: cabeza y alma
Valencia. Palau de Les Arts (Auditori). 2-II-2024. Orquestra de la Comunitat Valenciana. Director: Pablo Heras-Casado. Obras de Wagner, Brahms y Mendelssohn-Bartholdy.
Volvió en plenitud Pablo Heras-Casado al podio amigo de la Orquestra de la Comunitat Valenciana. En plenitud artística y en magistral plenitud. Con un programa agudamente hilvanado, con el “Amén de Dresde” y el coral como motivos recurrentes. Tanto Wagner en Parsifal como su envidiado Mendelssohn-Bartholdy en la Sinfonía “De la Reforma” utilizaron esta breve y lenta secuencia de seis notas compuesta en el segundo tercio del XVIII por Johann Gottlieb Naumannn para ser cantada en los oficios de la Iglesia de la Corte Católica de Dresde. También Bruckner, Mahler, Scriabin y hasta el devoto Manuel de Falla, quien incluyó el “Amén de Dresde” en su música incidental para El gran teatro del mundo de Calderón de la Barca.
Heras-Casado (46 años) y los profesores de la Orquestra de la Comunitat Valencia se adentraron en la mística “dresdeniana” a través de las dos obras más emblemáticas: los ya citados Parsifal y Sinfonía “De la reforma”. En medio, y en absoluto a modo de postizo, las tan brahmsianas como haydnianas Variaciones sobre un tema de Haydn, en las que el hamburgués vuelca su talento en el juego de variaciones que establece a partir del viejo “Coral de San Antonio”. En definitiva, un programa hondo y de la más rigurosa calidad musical, centrado en el corazón de la vieja Europa, en sus ancestrales místicas y músicas.
Convertido en adalid wagneriano tras su reconocida consagración el pasado verano en Bayreuth como “guardián” de Parsifal, Heras-Casado se sumerge sin palabrería en la espiritualidad parsifaliana. Resta vibrato en las cuerdas y esencializa maneras y sonido, que adquiere inusitada prestancia. Se explaya sin remilgos en un tempo natural, dictado por la lógica musical, que nunca se percibe excesivo ni impostado, y deja respirar y transpirar el sonido en sus prodigiosas armonías y desarrollos melódicos. La calidad de la Orquestra de la Comunitat Valencia se sintió a flor de piel. El trompeta en el preludio de Parsifal, el oboe en el milagro de los Encantamientos. Y así todos sus colegas sin apenas excepción.
En la Sinfonía “De la Reforma”, obra maestra donde las haya, incomprensiblemente poco programada, Mendelssohn-Bartholdy llega ¡con 20 años! a la quintaesencia de su vida creadora. Cuatro años mayor que Wagner y hamburgués como Brahms, la mirada al clasicismo y a su formas late en esta sinfonía publicada como quinta, a pesar de ser realmente la segunda (y anterior, por ello, a las sinfonías Lobgesang, Escocesa e Italiana). Heras-Casado y los profesores de la OCV -excepcional, como siempre, la flauta de Magdalena Martínez, formidable en la introducción del coral del último movimiento- se volcaron en una versión desnuda y descarnada. Extrema. Más cerca de la adoración del pasado que de un romanticismo que también late y alienta entraña.
El movimiento final, basado en el coral luterano “Ein feste Burg ist unser Gott”, fue colofón de una interpretación de referencia. Éxito total, con incontables salidas a saludar del maestro, rubricadas por un verdadero coral de bravos entonado por el público. Heras-Casado, que viene de la música antigua y desde esa perspectiva se enamoró de la música de Mendelssohn-Bartholdy (ha grabado todas sus sinfonías y casi todos sus conciertos), marca estilo y categoría. No es casualidad que dirigiera la gran sinfonía sin partitura. La lleva en la cabeza, pero sobre todo, en el alma.
Justo Romero
(fotos: Miguel Lorenzo)