VALENCIA / Formidable Beethoven de Xavier Torres
Valencia. Centro Cultural El Almudín. 5-IX-2020. Ciclo Sonatas para Piano de Beethoven. Xavier Torres. Beethoven, Sonatas nº 1, 19 y 32.
Entre la actual generación de pianistas valencianos, el nombre de Xavier Torres (1982) se ubica en el grupo de cabeza, junto con la figura atípica y única de Josu de Solaun, el hipertalentoso Carlos Apellániz y el supervirtuoso Carles Marín. El sábado, con un más que comprometido monográfico Beethoven que se expandió desde la primera a la última sonata para piano, con recalada en la placentera Sonata en Sol menor op. 49 número 1, Torres dejó constancia inapelable de su fuste pianístico y de artista de quilates con interpretaciones cargadas de fondo, virtuosismo y ese plus escurridizo que marca el abismo entre lo bueno y lo formidable.
Formidable en verdad fue el modo en que dijo –y no tradujo- el Beethoven temprano y haydniano de la Sonata en Fa menor, abordada con mesura y brillantez, bien arraigada en su clasicismo nuclear, aunque dentro ya de un lenguaje que se presagia rotundamente novedoso. Con intuición y sentido, Torres templó los tempi para atenuar el negativo efecto de la reverberante acústica de la sala; cantó con efusión el Adagio y el Minueto, y desplegó pulso y temperamento en el Prestissimo final, escuchado con tanta claridad como equilibrio y vigor rítmico. Fue el preludio de una velada de gran música, seguida por un público cuyo cómplice silencio no hacía sino corroborar lo mucho que estaba ocurriendo en el privilegiado escenario.
Tras el puente de los dos tibios movimientos que integran la sencilla y mesurada Sonata en Sol menor, el recital alcanzó su punto álgido en la monumental sonata que cierra el ciclo beethoveniano, la op. 111, el adiós al piano del compositor -aún compuso las Variaciones Diabelli y las Bagatelas opp. 119 y 126, pero estas obras son otro cantar- y una de las cumbres más sobrecogedoras y exigentes del repertorio musical. Xavier Torres, artista curtido y bien rodado, se adentró en la obra maestra con temple y sin tratar de demostrar otra cosa que el intenso contenido expresivo y humanista que entrañan sus pentagramas. Sobre un pianismo de cuidadísima factura, mimoso con los registros y los planos sonoros e indagador de colores y sonoridades, el Maestoso inicial se expandió en su revolucionario y dramático discurso.
El fraseo, inapelable en su contundente ritmo doblemente punteado, fue el preludio de una versión que en su grandiosidad expresiva afirmaba su esperanzadora reivindicación de un mundo rotundamente diferente. La absoluta libertad con la que Torres se fundió en la obra maestra cohabitó con un lenguaje puramente beethoveniano pletórico de carácter, decisión y convicción. Fue un Beethoven inapelable. Con mayúsculas y dicho con palabras mayores. Desde un pianismo y un sentido expresivo del mayor calado técnico y artístico.
Luego, en la Arietta final, en el “Adagio molto, semplice e cantabile”, Xavier Torres aún tuvo el genio de dar una nueva vuelta de tuerca al prodigio beethoveniano e interiorizar el último discurso expresivo para hacerlo llegar al auditorio tal cual, exento de interpretación. Pocas veces el crítico ha escuchado una versión tan genuina y fiel, tan volcada en la verdad inmanipulable y exigente de este Beethoven cercano ya al final de su ciclo vital. Tras una obra así, tras una interpretación así, solo cabe el silencio. Quizá, sí, la magia inaprensible de las cuatro notas de la Melodía húngara en Si menor de Schubert, que Xavier Torres –grande del piano valenciano y español de nuestro tiempo- tuvo a bien regalar como colofón a tan inolvidable recital.
Justo Romero
(Foto: Live Music Valencia)