Una investigación genética del pelo de Beethoven aporta datos sobre la causa de su muerte

Desde su muerte en 1827, se han sucedido las especulaciones sobre la naturaleza de los numerosos problemas de salud que afligieron a Beethoven a lo largo de su existencia, desde la sordera hasta sus afecciones gastrointestinales, pasando por las causas de su fallecimiento. El propio músico dejó en el llamado Testamento de Heiligenstadt y en sus cuadernos de conversaciones detalladas descripciones de sus dolencias que han estimulado a lo largo de casi dos siglos el afán detectivesco de los médicos.
Los progresos de la genética permiten ahora arrojar nueva luz sobre la cuestión. Una reciente investigación publicada en la revista científica Current Biology y realizada a partir del análisis genómico de ocho mechones de pelo atribuidos a Beethoven (cinco de ellos pertenecientes a un mismo varón) aporta nuevas informaciones sobre las posibles causas de la muerte del compositor. El estudio indica una predisposición genética a la enfermedad hepática y una probable infección por hepatitis B en los meses anteriores a la muerte del compositor, una circunstancia que, unida a la ingesta de alcohol, podría haber tenido fatales consecuencias. El análisis no ha podido en cambio encontrar ninguna explicación genética para el trastorno auditivo o los problemas gastrointestinales que sufrió el músico.
Pero hay otra parte del estudio que desvela detalles inesperados. El cromosoma Y del compositor no coincide con el de cinco lejanos descendientes actuales que llevan el apellido Van Beethoven y pertenecen al mismo linaje paterno. Una posible explicación de esta discrepancia sería la existencia de una paternidad extramatrimonial en la ascendencia patrilineal entre la concepción de su primer antepasado conocido, Hendrick van Beethoven (hacia 1572), y la del compositor en 1770. En otras palabras, algún varón con descendencia entre las siete generaciones de Beethoven que separan a Hendrick de Ludwig fue fruto de una relación extraconyugal.
Aquí tienen el artículo de Current Biology
(Arriba, uno de los mechones de pelo atribuidos a Beethoven. Foto: Centro Ira F. Brilliant de Estudios Beethovenianos/San José State University)