Una buena decisión
La elección por parte de la Orquesta Sinfónica de Galicia de Roberto González-Monjas (Valladolid,1988) como su nuevo director titular hasta 2026 es una estupenda noticia para la propia orquesta y para los aficionados que la siguen. A finales de abril del pasado año, titulábamos con un Mucha atención nuestra crítica en SCHERZO al concierto que González-Monjas acababa de dirigir en el Coliseum coruñés —aún sumidos en las consecuencias de la pandemia—con obras de Chausson y Shostakovich. En él se nos mostró un maestro cuidadoso, atento al perfecto ajuste entre texto y contexto de cada obra, tan delicada y a la vez seriamente voluptuoso en la música del francés como perfecto lector de todo lo que entrelíneas anuncia la primera de las sinfonías del ruso. La sensación fue de descubrimiento —aun sabiendo de la buena relación mutua desde antes, incluso de su vinculación como concertino a la Orquesta Joven de la Sinfónica de Galicia—, de estar ante un maestro con personalidad y con futuro por delante y cuyo nombre apuntaron entonces los escuchadores más sutiles como posible candidato a la sucesión de Dima Slobodeniouk.
Y precisamente personalidad y futuro son características comunes a la OSG y a su nuevo titular. La formación coruñesa ha alcanzado el mejor momento de su historia en estos años de trabajo con Slobodeniouk y bien puede decirse también que conseguido algo que resultaría ser como la prueba del nueve en estos casos: con nadie ha sonado mejor en este tiempo como con el ruso-finlandés. Por otra parte, las posibilidades de crecimiento están abiertas, deben estarlo siempre a partir del nivel conseguido, y ahí el encuentro con un joven maestro —sólo cuatro años mayor que la propia orquesta— que también las posee en el mismo grado no puede sino dar excelentes frutos a poco que se hagan las cosas bien y el idilio inicial se consolide. Sucedió con Slobodeniouk y no hay, en principio, razón alguna para que, mutatis mutandis, no suceda lo mismo con González-Monjas, quien es ya uno de los directores más brillantes de su generación.
Habría que añadir también que la OSG ha actuado en este asunto de la sucesión de su anterior titular con un buen estilo que le honra. Más aún cuando asistimos estos días a una sucesión de disparates —que incluyen muy en primera instancia la falta de profesionalidad de algunos medios— a cuento del posible cambio de titularidad en la Orquesta Nacional de España. Aquí se sabía el cómo, se intuía el cuándo y los había avisados y despistados, como en todas partes. Suerte para todos.
Luis Suñén