Un gran programa de música ‘cowpat’
VAUGHAN WILLIAMS: Fantasia on a Theme by Thomas Tallis; HOWELLS: Concerto for String Orchestra; DELIUS: Late Swallows; ELGAR: Introduction and Allegro. Sinfonia of London. Dir.: John Wilson. CHANDOS (1 CD)
Dense un paseo en cualquier época del año por la verde y placentera campiña inglesa y, a menos que tengan mucha suerte, pronto se hundirán hasta la tibia en lo que se conoce como una cowpat, una boñiga de vaca. Estas cosas son tan frecuentes que incluso han dado lugar a un subgénero musical, la cowpat music, en la que parece expresarse la quintaesencia del espíritu inglés, con un regusto, eso sí, irremediablemente odorífero. El término suele atribuirse a la hosca, atonal y decididamente impopular compositora Elizabeth Lutyens.
Ralph Vaughan Williams fue el gran maestro de la cowpat music, pues era capaz de evocar en una sola frase musical cinco siglos de atemporal pastoralidad . Su Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis puede sonar tan kitsch como una comedia Ealing, aunque, por otro lado, un director que sepa lo que se trae entre manos puede sacar a relucir insospechados matices e inéditos claroscuros, convirtiendo la partitura en algo parecido a un paisaje de Turner.
John Wilson, siempre al frente de su conjunto Sinfonia of London, posee una rara habilidad para hacer que la música conocida suene fresca y novedosa. En este álbum recopilatorio, ofrece una muy convincente lectura de la Fantasía, así como una versión aún más impactante de la Introducción y Allegro para cuerdas de Edward Elgar, la más estimulante que he escuchado desde la sobrecogedora grabación de John Barbirolli de hace ya 60 años. Cómo consigue Wilson que sus violines suenen en un determinado momento como un cuarteto de cuerda y al siguiente como un órgano de iglesia es uno de los misterios de la expresión musical.
Entre estas dos obras maestras hay un concierto para orquesta de cuerda firmado por Herbert Howells y un ensayo de corte impresionista de Frederick Delius: Late Swallows. Ninguna de ambas posee la consistencia necesaria como para sostener una mesa de té, pero las obras que abren y cierran el programa son sencillamente magníficas, y conviene no perdérselas.
Norman Lebrecht
