ÚBEDA / La eterna vanguardia del ‘Requiem’ de Victoria
Úbeda. Sacra Capilla de El Salvador. 6-XII-2020. XXIV Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza (FEMAUB). Los Afectos Diversos. Director: Nacho Rodríguez. Obras de Victoria, Cardoso y D. Lobo.
De la cuidada selección de intérpretes de la presente edición del Femaub, hay que resaltar al conjunto coral Los Afectos Diversos, liderado por Nacho Rodríguez, músico de curiosa personalidad, como ha podido demostrar en su singular versión de los Offcium Defunctorum de Tomás Luis de Victoria, obra maestra, donde las haya, de la historia de la música. Con un planteamiento esencialmente orientado a sacar los secretos casi insondables de esta composición, Rodríguez ha materializado, desde la misma acción musical, una más que interesante lectura del pensamiento máximo de Tomás Luis de Victoria, adentrándose en cada uno de sus pasajes y cada uno de sus versos en un ejercicio de investigación realmente admirable, que en su resultado musical y sonoro, ha contado con la participación pasiva, aunque esencial, de la acústica de ese panteón presidido desde su retablo por la imponente Transfiguración de Cristo de Alonso Berruguete, que tiene el singular templo de la Sacra Capilla de El Salvador de la ciudad ubetense.
Lo primero que llamaba la atención fue cómo estaba enmarcado Victoria entre dos autores lusitanos coetáneos como Manuel Cardoso y Duarte Lobo, grandes maestros de la polifonía portuguesa de los siglos XVI y XVII, que, con varios motetes, predisponían al auditorio, como de costumbre en su época, a que se impregnara del destino elegíaco de la gran obra del músico abulense, como fue el caso de Non mortui a seis voces del primero referido, interpretado al principio, y Audivi vocem de caelo del segundo, para la misma formación vocal, que cerraba el concierto como concentrada expresión de consuelo y perdón ante la inexorable realidad de la muerte.
Otro elemento de atención fue la incorporación del arpa española de dos órdenes, que le daba un punto de color a la sonoridad de conjunto, y la presencia del órgano que, sin especial estridencia, implementaba polifónicamente el resultado del canto coral. Sin duda, esta estructura del programa y añadidos instrumentales enriquecieron e ilustraron la interpretación del Officium en un grado que traspasaba la instantánea consciente percepción del oyente, seguramente desde un planteamiento musicológico que seguramente puede provocar contrastado debate.
Entrando en consideraciones interpretativas, hay que resaltar la cuidada selección de las voces de este coro, de igualados timbre y dinámica en cada uno de sus registros, hecho que facilitaba una homogénea coordinación en la respuesta vocal. También era manifiesta la asunción de los suaves e incardinados automatismos que pedía el director orientados siempre a realzar el mensaje del texto de cada pasaje y destinados siempre a mantener un sentido del tempo emocionalmente coherente siguiendo un ejercicio de constante sincronía. Se podía apreciar esa comunicación entre los componentes del coro que iba más allá del puro ejercicio de ensayo, lo que favorecía la honda expresividad que pide Victoria en esta obra, que trasciende en muchos momentos el aspecto físico de la realidad vital, demostrándose así en este coro una muy estimable capacidad de escucha entre sus integrantes, que redundaba en muy positivos efectos de transmisión dramática para el oyente, esencial meta a conseguir en la ejecución de este singular réquiem, independientemente de connotaciones religiosas o litúrgicas, pero que requiere un necesario progreso en esa mágica unidad música-palabra como unívoca nueva realidad estética.
Finalmente hay que destacar la claridad de enfoque de Nacho Rodríguez, que siente al compositor de Ávila como algo vivo, siempre novedoso y en constante evolución, como ocurre con las obras maestras que, desde su eterna vanguardia retan constantemente a creadores, intérpretes y atentos espectadores a vivir la música como revulsivo sensorial que afecta a las emociones más profundas del ser humano. Transitar por estas inquietudes artísticas ha sido el gran ejemplo dado por Los Afectos Diversos de la mano de un director hábil, sensible y atento ante un repertorio realmente retador como el contenido en esta singular matiné del Festival.
(Foto: Jesús Delgado)