Tovey Forever (and Beethoven, of course!)
Autor de una ópera (The bride of Dionysus, con libreto de Robert Calverley Trevelyan, estrenada en Edimburgo en 1929 sin mayores consecuencias), un concierto para violonchelo escrito para Casals (de quien fue acompañante), otro para piano, una sinfonía, una veintena de obras de cámara y media docena de obras litúrgicas, Donald Francis Tovey (1875-1940) fue pianista con el cuarteto de Joachim desde 1894 hasta 1914, pero no hizo carrera como director, pese a haberlo intentado: su nombre es conocido y valorado como analista y estudioso, y sus notas programáticas para las temporadas de la Reid Concert Series (que él mismo había fundado en 1917) constituyen una inexcusable referencia tanto por su extensión, inventiva y hondura como por su naturaleza antiacadémica. Publicadas en tres gruesos tomos por la Oxford University Press entre 1935 y 1939 bajo el título de Essays in Musical Analysis, contienen estudios de singular profundidad acerca de las obras que integraban el repertorio sinfónico de su época, tanto por lo que muestran como por lo que ignoran: resulta harto significativo que de Bruckner aparezcan únicamente las sinfonías 4 y 6, de Mahler la número 4 y de Strauss tan sólo el poema sinfónico Don Juan.
Tovey estaba inédito en castellano: la presente edición de su obra sobre Beethoven (muy certeramente traducida y anotada por Juan Lucas) presenta al autor, paradójicamente, con un texto que quedó incompleto (las líneas finales acerca de las fugas nos dejan con el anticipado sabor de boca acerca de lo que hubiera sido una lectura verosímilmente esclarecedora), pero que constituye el cénit de su trayectoria. Robert J. Foss, responsable de la primera edición, realizada en 1944, señala que Tovey trabajó en este libro hasta su fallecimiento: es el único de sus textos concebido como una totalidad, lo que le confiere un valor paradigmático.
El conjunto se articula en diez partes en las que sería vano buscar agrupaciones de naturaleza genérica o formal. Más claro: lo que se persigue es señalar ciertas características del trabajo beethoveniano atendiendo a las configuraciones estructurales y al tratamiento de la gramática tonal confrontando obras (o secciones dentro de ellas) relacionadas entre sí. La simple enunciación de los títulos ya supone una clave: Los materiales del lenguaje de Beethoven – Las tres dimensiones de la música (que en las páginas 30 y 31 ofrece un cuadro sinóptico acerca de las funciones armónicas tratado con densa y singular clarividencia) – La tonalidad a gran escala– Maneras y medios: causas y sorpresas – Ritmo y movimiento – Fraseo y acento – Las formas artísticas en Beethoven (que ofrece una visión especialmente lúcida acerca de la estructura de sonata y su dramatismo intrínseco, tema sobre el que Tovey vuelve en la parte sucesiva) – Desarrollo – El rondo y otras formas en secciones – para concluír con Variaciones, en la que los comentarios (escritos con un aire muy en passant que disimula su atinadísima hondura) suponen una reflexión de gran lucidez acerca del sentido de la forma en trabajos tan emblemáticos como las Diabelli o el Adagio de la Novena Sinfonía. En todo caso, nos movemos en un ámbito que va mucho más allá del entusiasmo o el ditirambo: el texto supone un canto hacia la realidad de la música que no condesciende con la literatura o el emocionalismo (aunque ni una ni otro se rehúyan si viene al caso). Tovey cita setenta y nueve obras, pero no analiza ninguna por entero: compara segmentos y procedimientos enunciativos de piezas muy diferentes buscando la semejanza en la utilización de materias disímiles o, por el contrario, la divergencia de método en episodios análogos en discursos distantes. Sirva de ejemplo el profundo estudio de las semejanzas (y las diferencias) en el tratamiento del retorno a la tónica tras el desarrollo en la Sinfonia Eroica, la Novena, la obertura Leonora num.3 o el Cuarteto Op.59 num.1, que ocupa las páginas 183 y 184.
(Nota curiosa -y quizá también erudita- para concluír: la portada de la presente edición se ilustra con la partitura de los compases 9 al 32 del primer movimiento de la Sonata en Fa mayor Op.10 num.2, de la que se habla en la página 165. Tovey afirma ahí que Beethoven, en esta obra, se siente a gusto porque el estilo es absolutamente humorístico y añade que el humor, como nos enseña la moderna psicología, es un instinto defensivo. La sutileza interpretativa viene tras un comentario muy breve, pero muy atinado, acerca del papel que el segundo grado, en tanto que dominante de la dominante, juega en la conclusión del desarrollo del movimiento inicial. Es interesante que se haya elegido precisamente un fragmento de esta obra como portada. Puede tratarse de un azar venturoso pero quizá, y más probablemente, se trate de un gesto lleno de intención que, a manera de epítome, aspira a sintetizar la integridad del texto: porque lo que caracteriza el volumen es el modo en que con pinceladas ocasionalmente muy breves, el autor es capaz de señalar el aspecto esencial y definitorio de cada una de las obras estudiadas. En todo caso, estamos ante un libro cardinal, no ya para conocer a Tovey, sino, y sobre todo, para deleitarse y aprender con la incomparable riqueza beethoveniana. Ese Beethoven que Tovey describe con entusiasmo en la primera línea de su libro como un artista completo y, en el sentido preciso de del término, uno de los artistas más completos que hayan existido jamás).
José Luis Téllez
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