TORRELAVEGA / El viaje de Diego de Pantoja

Torrelavega. Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. 2-VIII-2022. Todos los Tonos y Ayres. Íliber Ensemble. Directores: Rubén García Benito y Darío Tamayo. El clave del emperador.
El ciclo de Marcos Históricos del Festival de Santander (que lo es efectivamente de toda Cantabria) comenzaba en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Torrelavega con uno de esos conciertos serios, imaginativos e innovadores que tratan temas cruciales de nuestra historia musical en las afueras de lo que solemos conocer como gran repertorio. Sus artífices fueron Todos los Tonos y Ayres e Íliber Ensemble con un programa elaborado en torno al legado del jesuita español Diego de Pantoja (1571-1618), el primer europeo (junto con el italiano Matteo Ricci) en acceder al servicio de la corte china a comienzos del siglo XVII y una figura clave en el intercambio cultural entre Oriente y Occidente que se desarrollaría a partir de entonces.
Fue un “muy buen monacordio” uno de los regalos que más asombraron el emperador y de ahí toma su nombre el programa, El clave del emperador, que se elaboró para conmemorar el IV centenario del fallecimiento del misionero. Lo estrenaron en el Palacio de la Real Chancillería de Granada en mayo de 2018, ese mismo año lo llevaron a China, lo han paseado por numerosas localidades españolas y lo han grabado para IBS sin cansarse de darle vida con un entusiasmo contagioso, como si la historia del viaje de Pantoja nunca dejase de parecerles extraordinaria.
En el lado más clásico, el primer bloque del concierto, De Valdemoro a Pekín, se consagraba a la música que se hacía en la época del jesuita, y en un ambiente de absoluta serenidad se escucharon desde un Motete de Rodrigo de Ceballos proveniente de la iglesia de Valdemoro (su localidad natal) hasta un Gloria con texto en chino y con música original china. Habría bastado este primer bloque para dar cuenta de la manera generosa, pausada y reflexiva de hacer música que compartían los dos ensembles, de la permanente complicidad entre esos siete músicos procedentes de mundos distintos, pero la amplitud de miras y la ambición sonora se renovaban a medida que avanzaba el programa en cada uno de sus bloques. Y tras mantener la llama encendida en Las congregaciones de Pekín (una oración a la Virgen en chino y dos piezas atribuidas al religioso Francisco Soto de Langa, contemporáneo de Pantoja) y Teoría para el emperador (rematado con dos obras a las que se suponía poder para tratar el tarantismo), se coronaron en el bloque final, Música para el Emperador, maridando la música europea (con base en una sonata de Teodorico Pedrini) y la oriental (melodías chinas y anónimos mongoles del XVIII) de manera que todo se materializaba en una experiencia repleta de hallazgos sonoros.
Los instrumentos eran tan diversos como la propia música, desde el violín, la guitarra barroca o el clave hasta algunos tan lejanos de la cultura europea como el sheng, el xiao, el guzheng o el morin juur, y todos fueron admirablemente integrados en el ritual de un concierto al que pusieron guinda la Danse des Sauvages de Rameau (interpretada por el jesuita Amiot en el corte china) y una pieza china transcrita de manera supuestamente exacta por un anónimo autor en Londres tras escuchársela a un comerciante cantonés. Nada faltó, nada sobró en este concierto tan original como tremendamente atractivo.
Asier Vallejo Ugarte
(Foto: Pedro Puente)