Teatro inteligente. Hechos y faltas en el Teatro Pavón

Madrid. Teatro Pavón. Hechos y faltas. Con Angeles Martín, Antonio Dechent y Juan Grandinetti. Dirección: Bernabé Rico.
Primero, Hechos y faltas, comedia que es un trío con piano, y si van a verla, tal vez me den la razón.
Dentro de unos días, Ortega, comedia de la argentina Karina Garantivá.
Verán. Es el placer de regresar al teatro.
El día de estreno de Ortega, le pregunté al director, Ernesto Caballero, en medio del bullicio y sin pedirle realmente que respondiera, si de veras regresaba el teatro inteligente a la escena madrileña. Esto es, tenía yo en la cabeza el posible regreso, después de tantos espectáculos edificantes, el retorno de un teatro ajeno a la evasión. Esa evasión se suele demostrar en la manía de ciclos de los teatros oficiales (ciclos piadosos), que demuestran que el teatro burgués, conformista y filisteo de hoy, distinto al de antaño, se le parece demasiado: mucha buena causa, bastante risa que llevarse colgando al bareto que nos espera en la esquina tras haber cumplido con el deber ciudadano de apiadarnos de minorías y marginados. “Siente a un marginal ante su proscenio” y su sensibilidad progresista se sentirá muy bien, como los personajes de Plácido que sentaban a un pobre a su mesa (frase célebre que acaso no les diga nada a los jóvenes).
Hechos y faltas es la pelea, el conflicto de dos sensibilidades, mas también dos situaciones de estatus, ante un hecho que se convierte en crónica periodística. La redactora jefe exige, el escritor recrea, el nuevo y joven león verifica. ¿Dónde hay más verdad? ¿Dónde se esconde la falsificación? ¿Lo inexacto es fuente de poética informativa o base de su fraude? A ver, a ver… ¿no me irá usted a decir que hay poesía en el periodismo informativo? No digo eso, la poética es una cosa y la poesía es otra, caballero. Y algo muy distinto lo constituyen las columnas de opinión, en la que caben los cursis, junto con los exaltados golpistas o eso que llaman buenismo. Lo que da lugar a la acción de Hechos y faltas es información de algo muy dramático: el suicidio de un joven que se arroja desde una terraza, una caída de muchos pisos, no recuerdo cuántos. Y para mejor informar de ello hay que cambiar algunas cosas, desde datos estadísticos escalofriantes (pero no lejanos a la realidad) hasta cómo murió otra joven que murió como murió aquel joven primero. Qué lío, ¿no es cierto?
Excelente comedia interpretada por Ángeles Martín, Antonio Dechent y Juan Grandinetti. La comedia avanza a buena velocidad, a veces a todo trapo. La megafonía logra breves momentos de tortura para el público. Los actores son excelentes y la dirección de Bernabé Rico parece muy adecuada en cuanto a matices y tempo. Nada de pathos. Sentido de la comedia, así lo llaman muchos; y, si no me lo toman a pedantería, diré que era concepto favorito de Thomas Mann. Por ejemplo, para decir que era una de las carencias de su hija. No es el caso de Ángeles Martín.
Los autores son cinco, acaso seis. En primer lugar, los que escribieron el libro con su conflicto a cuestas y que protagonizan la comedia. A continuación, nada menos que tres autores, que adaptan el libro de D’Agata y Fringal. Finalmente, la adaptación del propio director de escena.
Continuaré con Ortega, evocada al principio.
Adelantemos que sí, se refiere a Ortega y Gasset. Pero ya verán cómo.
Santiago Martín Bermúdez