SEVILLA / Zahir Ensemble y las tensiones de la modernidad

Sevilla. Espacio Turina. 18-V-2023. Zahir Ensemble. Juan García Rodríguez, director. Obras de Gerenabarrena, Erkoreka y Schoenberg.
Qué enorme interpretación y qué capacidad de hacer suya una obra, casi de poseerla, tuvieron en este concierto los integrantes del conjunto Zahir Ensemble. Nos referimos a la poco divulgada versión de Anton Webern de la Sinfonía de cámara nº 1 Op. 9 de Arnold Schoenberg para flauta, clarinete, violín, violonchelo y piano. García Rodríguez, director de la formación, ya fijó esta reducción con el mismo ensemble (pero otros músicos, de allí solo repitió aquí el flautista Alfonso Rubio) en un celebrado disco en el sello Naxos publicado en 2011. Podríamos decir que la comprensión se ha agigantado pero también puede que asegurar esto sea una tentación provocada por el directo. El disco sigue estando ahí, y es una bella aportación a la fonografía de Schoenberg, ese compositor que cuando es bien tocado convence al más pintado.
Webern redujo la plantilla pero la ambición de la Sinfonía sigue siendo suntuosa, casi sinfónica. Y se oye todo, absolutamente todo. Ahí están las tensiones (subrayadas por el violonchelo de pastosos armónicos de Aldo Mata -cuánto ha ganado Zahir con él-) o los momentos más climáticos y exacerbados (que se beneficiaron de la gran capacidad de seducción y afirmación de las notas dadas tan expresivamente por Francisco Montero). García Rodríguez y su grupo decidieron así, mirando atrás, clausurar su XIV Festival de Música Contemporánea con la aquiescencia de una sala, el Espacio Turina, tan bien guiada que hace años ni soñábamos.
Hablamos en el título de las tensiones de la modernidad porque esta totaliza las obras que precedieron a Webern / Schoenberg. En Eutsi (2022), Zuriñe F. Gerenabarrena plantea un ambiente tenso con uso del ostinato que lentamente se carga de energía para, en poco, comenzar a deshilacharse, a deshacerse. Los músicos vocalizan palabras poco inteligibles más con intención textural que semántica y la partitura ocupa el tiempo exacto para no quemarse y resultar hirviente, de interés. Hay mucha escolástica en ella pero está intachablemente expuesta. Más tiranteces académicas y modernistas anidan en el tríptico Ametsak (2013, 2019, 2021) de Gabriel Erkoreka. La idea del título (la de Sueños) sugiere noches agitadas, no precisamente descansos plácidos; hay uso de técnicas extendidas sin que estas ni siquiera salten a la escucha en primer término. Al compositor bilbaíno le interesa el virtuosismo más que la rugosidad, la voz instrumental y cierta complejización instrumental muy inglesa que aquí se gusta notablemente en la exploración de registros extremos. Buenas y severas páginas, ambas, que encontraron en los músicos sevillanos una escrupulosa atención.
Ismael G. Cabral
(foto: Luis Ollero)