SEVILLA / Zahir Ensemble: músicas de quienes siguen abriendo caminos
Sevilla. Espacio Turina. 4-III-2022. Zahir Ensemble. Juan García Rodríguez, director. Obras de Panisello, Martín Quintero, García, Zavala y Blardony.
Concluyó el pasado viernes en el Espacio Turina el XII Ciclo de Música Contemporánea que organiza el conjunto sevillano Zahir Ensemble. Lo hizo con un concierto que, días antes, había sido convenientemente presentado y retransmitido desde la madrileña Fundación March (que puede escucharse aquí), aunque entonces con un contenido parcialmente distinto. En todo caso una y otra presentación respondieron claramente a la idea de título que se le había dado, Hijos de la generación del 51.
En orden de interés decreciente partiremos de Jardín de sueños (delicias y tentaciones), obra de 2016 compuesta por Voro García (1970). Suerte de traslación del mundo plástico del Bosco a sonidos, en ella se propone una expansión que no anticipamos en los primeros compases hacia territorios afines a la exploración tímbrica más avanzada de los instrumentos, teniendo el pianista Óscar Martín que desplegar toda una plétora de técnicas extendidas sobre el teclado; permeando desde el mismo una atmósfera que, sin dejar de ser evocadora y hasta un punto distendida, generó interesantes pasajes texturales que conectaron muy bien con el universo surreal y ensoñado del artista flamenco.
Zahir Ensemble realizó una lectura igualmente valiosa y bien armada de Kokoschka Seeings II (2021), de Francisco Martín Quintero (1969), pieza también como la anteriormente referida de inspiración plástica y poética en el legado del creador austríaco cuyo apellido señala el título de la partitura. Se trata de una página concertante en la que el saxo ocupa un papel destacado; música de lacerante expresionismo y de una severidad (marca del compositor onubense) que alcanza en esta creación uno de sus puntos más rotundos. García Rodríguez definió bien los contornos de una obra que debería volver pronto a los atriles del conjunto; merece nuevas exposiciones al juicio del oyente.
Muy oportuna la audición de Un soplo que vacía el pecho (2016), de Sergio Blardony (1965); en tanto que obra que reflexiona sobre la guerra (el conflicto de los Balcanes) a partir de textos de Pilar Martín Gila. La introspectiva estética del madrileño se reivindica desde los primeros instantes, antes desde luego de que los músicos introduzcan el texto “como bocanadas de materia sonora”, insertando lo textual como material sonoro puro, desgajado de toda intencionalidad semántica. Toda esa violencia interior que exuda la obra de Blardony fue transmitida en una escucha que, muy pertinentemente, se sitúo al final, como cierre en unos momentos más dados a la introspección que a la alharaca.
Música de gran oficio y didáctica claridad la contenida en las cinco Piezas métricas (2000), de Fabián Panisello (1963), colección de rítmicas, tiempos, formas, modulaciones, etc… en las que colindan diversas tradiciones musicales desde un prisma netamente centroeuropeo. También se escuchó Mudanza (2014), de Mercedes Zavala (1963), de normativo academicismo y escaso vuelo.
Ismael G. Cabral