SEVILLA / Una Giulietta sevillana
Sevilla. Teatro de la Maestranza. 9-XII-2021. Bellini, I Capuleti e i Montecchi. Leonor Bonilla, Daniela Mack, Airam Hernández, Luis Cansino, Dario Russo. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza. Director musical: Jordi Bernàcer. Directora de escena: Silvia Paoli.
Por más que I Capuleti e i Montecchi no sea una de las mejores óperas de Bellini, escrita en un mes y medio e incorporando en ella buena parte de otra ópera del compositor, Zaira, cuyo estreno un año antes en Parma (1829) constituyó un fracaso, no por ello esta trágica historia carece de interés, pues Bellini una vez más ofrece su incomparable mundo, cumbre del bel canto. Que esta ópera no es sólo una historia de amor, sino también de enfrentamiento entre bandas rivales, queda ya claro desde el título que no menciona a sus protagonistas y sí a las fuerzas rivales. De ahí que Silvia Paoli, para potenciar y actualizar las nefastas consecuencias de una sociedad enfrentada, haya querido trasladar la acción de la Verona del siglo XIII a la Calabria de los años 70 del pasado siglo. Así el escenario es el Bar Verona, con mesas de billar y una amplia barra, donde Lorenzo ejerce de barman, y allí transcurre toda la acción hasta que al final se transforma en la tumba de Giulietta.
De las incoherencias del movimiento escénico, más vale ser breve: ridículo resultaba el ataque de los Capuletos a Romeo con los tacos de billar, o que todos enfrentados empuñasen sus pistolas sin disparar, y que sólo Giulietta al final se pegue un tiro en la sien, cuando el libreto dice que cae sobre Romeo muerta de pena. De nuevo, la tiránica libertad de los registas, que en este caso se vio reforzada por esos niños que deambulaban escurridizos con su confuso simbolismo del hermano de Giulietta muerto por Romeo.
Pero el espectáculo contaba con otros atractivos: en primer lugar, el canto; y los tres jóvenes dieron una verdadera lección. Airam Hernández encarnó a un Tebaldo pletórico de vitalidad, con una voz brillante y potente. La argentina Daniela Mack, de voz aterciopelada, alcanzó su cima como Romeo en los pasajes de su largo lamento. Y la que brilló como verdadera estrella fue la sevillana Leonor Bonilla, ganadora del Certamen de Nuevas Voces de la ASAO, y que ya había deslumbrado al público maestrante cuando encarnó la Lucia en la temporada de 17-18. Ahora se consolidaba como una de las jóvenes sopranos con más proyección. Impecable musical y escénicamente.
En cuanto al Capellio de Luis Cansino, mejor en su presencia escénica que en su canto con exceso de vibrato; y bien, sin excelencias belcantistas el Lorenzo de Dario Russo. La dirección musical, muy equilibrada, aunque un tanto morosa en la despedida de los amantes. En la orquesta se lucieron trompa, clarinete y violonchelo. El coro, correcto, pero esta vez no más. Bienvenido este nuevo y poco representado Bellini, dedicado a la memoria de la inolvidable Carmen Laffón.
Jacobo Cortines
(Foto: Guillermo Mendo – Teatro de la Maestranza)