SEVILLA / Satie inédito, todo el siglo XX en un café de París

Sevilla. Auditorio Cicus. 12-XII-2019. X Festival de Música Contemporánea Zahir Ensemble. Satie, Le fils des étoiles. Julio Moguer, piano.
En el año 2001 el pianista alemán Steffen Schleiermacher grabó para MDG Le fils des étoiles (1891), una rareza de Erik Satie, una pieza gigante (alrededor de una hora de duración) que acabaría, con el paso de los años, adquiriendo un protagonismo impensado en el catálogo del francés. Frente a los aforismos y las miniaturas (las más célebres y las más intransitadas) esta partitura procelosa sintetiza todo el siglo XX musical (o casi).
Desde luego que está Wagner —Le fils se organiza a base de una reiteración y yuxtaposición de motivos—, el goticismo de un Debussy y hasta la distensión de un Ravel; pero también atisbamos a los minimalistas que llegarán; desde luego nos da pistas de lo que Morton Feldman llevará a lo genial y, reflexionándolo, hasta la parquedad del estructuralismo se vaticina en una música que, hiératica y anticlimática se desarrolla invitando al oyente a que la habite.
Lo de menos es la peripecia exótica que animó a Satie a componer exactamente lo que quiso y no quizás lo que hubiera deseado el autor del cuentecito orientalizante que sirvió como base, de Joséphin Péladan. Más allá de los tres preludios que habitualmente (es un decir) se interpretan, la obra El hijo de las estrellas ha de entenderse, antes que como una anomalía, como una obra esencial y consecuente del compositor galo.
Además de Schleiermacher otros teclistas han reparado en estos pentagramas. Christopher Hobbs, Jeroen van Veen, Nicolas Horvath y Alexei Lubimov, aunque acaso ninguno sin la parsimonia y delectación con la que el germano expone esta música, como encendiéndola de modernismo. El pianista Julio Moguer no optó por el camino de la exasperación y buscó una interpretación ajustada a la hora. Pero no precipitó nada, valoró los silencios, dejó vivir las resonancias y mostró con esmeradísima frialdad una música que es todo menos romántica. Hizo algo tan importante como ayudar a la difusión de esta arrebatadora rareza que nos vuelve a conciliar con Satie cuando ya creíamos que le conocíamos bien.