SEVILLA / ROSS: ¡graben Ravel! (… y programen mejor)
Sevilla. Teatro de la Maestranza. 27-I-2022. 6º Concierto de abono. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS). Xavier Phillips, violonchelo. Director: Marc Soustrot. Obras de Dvorák, Debussy y Ravel.
Ninguna obra que fuera novedad para la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla en el sexto concierto de abono de la temporada; ocasión en la que regresaba al podio el titular de la misma, Marc Soustrot. Fue en la segunda parte del programa cuando de verdad disfrutamos con el talento de tantos franceses reunidos; desde luego Debussy y Ravel, pero también Soustrot, capaz de brindar una versión absolutamente alucinada y tocada por la gracia de la Suite nº 2 de Dafnis y Cloe de Ravel, ese ballet maravilloso y tan a la mano que, sin embargo, nunca se presenta en su integridad.
Con este gran fragmento final en forma de suite la ROSS mostró su total sintonía con la batuta de su jefe, atenta a cada inflexión de la partitura; subrayando lo espasmódico de una escritura que acelera y desacelera constantemente, que se gusta en el giro y en la exposición de climas que estallan y desaparecen sin apenas reposo. La respuesta instrumental fue sobresaliente; de esas veces en la que uno querría salir con el disco bajo el brazo: Ravel, la Sinfónica de Sevilla y Soustrot.
Antes habíamos vuelto sobre el Preludio a la siesta de un fauno de Debussy, con un semidios menos adormilado que de costumbre. Desde el solo de flauta, más animado y serpenteante de lo habitual, ya intuimos una versión de marcados acentos y de una claridad textural portentosa. El concierto había comenzado con el apabullante Concierto para violonchelo en Si menor de Dvorák. Se hizo cargo de el Xavier Phillips, quien visitaba el Teatro de la Maestranza y la temporada de la ROSS por tercera ocasión. Si en el pasado vino con Chaikovski y Shostakovich deseamos que ahora hubiera sido el turno de una de las especialidades del instrumentista, el concierto Tout un monde lointain de Henri Dutilleux, una de las obras concertantes para violonchelo más sobresalientes de la segunda mitad del siglo XX. Pero eso queda en el ámbito de los anhelos y en el contexto de una lógica programativa de peso. Y no es por ahora la realidad. En Dvorák, Phillips lució un sonido carnoso, un punto aterciopelado. Unos grados menos de robustez hubieran encajado mejor con el asertivo y vibrante abrazo de la Sinfónica, que tentada estuvo de engullirlo en el Finale.
Ismael G. Cabral
(Foto: Guillermo Mendo)