SEVILLA / Radicales amenazados por el óxido
Sevilla. Espacio Turina. 12-XI-2022. Taller Sonoro (Ignacio Torner, piano. J. Baldomero Llorens, percusión. Javier Campaña, electrónica). Pilar Rius, guitarra eléctrica. Elisa Urrestarazu, saxofón. Obras de Czernowin, Fuentes, Sánchez Verdú, Perales, Laguna y Momi.
Quizás el título dado a este concierto, Radicals, no fuera, después de todo, el más ajustado una vez escuchados los resultados. Desde luego todas las piezas presentadas aquí gozan de un contacto palmario con el presente, ninguna rehúsa el abrazo de ciertos riesgos, en mayor o menor medida. Y ninguna es consecuencia de las otras; seis propuestas de diferente sesgo que hilaron los miembros del conjunto Taller Sonoro enriquecido para la ocasión con la invitación cursada a la saxofonista Elisa Urrestarazu y a la guitarrista Pilar Rius.
Comenzó el programa con Sahaf (2008) de Chaya Czernowin, una compositora que ha crecido exponencialmente desde que compuso esta pieza en la que, no obstante, hay buen reguero de la contundencia de su estética y de la abrupta rugosidad con la que trata los materiales, aportando una idea de estructura a la deriva muy libre que cuesta armar en la escucha. Su música, siempre retadora, sí que responde a la idea de personalidad radical, en tanto que buscadora de experiencias, de sonidos. También lo hacen, teniendo que lamentar que el resto del concierto estuviera consagrado a obras firmadas por hombres, autoras fundamentales de nuestro presente como Clara Iannotta, Malin Bang y Ashley Fure de quienes, sorprendentemente, un grupo tan atento como Taller Sonoro no ha puesto aun música en sus atriles.
En forma de estreno absoluto escuchamos Cala (2022), de Arturo Fuentes., para saxo soprano y electrónica. Obra que en esta primera audición dejó una impresión de gozar de múltiples fortalezas, ya fuera por la generación de un ambiente electroacústico claramente evocador, ya por un concienzudo trabajo de cliqueo sobre las llaves del instrumento que, en el tramo final, exhala unas sonoridades dolientes que contrastan con las texturas granulares que la dominan. Urrestarazu hará bien en continuar profundizando en una obra, de la que es dedicataria, y que aporta bastante más de lo que se espera habitualmente de una pieza de estas características (por orgánico y minutaje). Escrita para el Ensemble Nikel en 2011 Oxide es una de esas potentísimas partituras que atesora el catálogo camerístico de José María Sánchez Verdú. En ella se produce una palpitante dramaturgia desde la misma disposición de los músicos en la escena, transmitiendo una leve pero breve coreografía sencillamente ajustada a las necesidades interpretativas de una pieza cuya enorme dificultad (sostenida, fundamentalmente, en mantener la tensión a partir de la levedad) es percibida por el público. Hay en ella un tono palpitante en los primeros compases del que parece desprenderse todo. Desde ese ostinato comienza un proceso de oxidación que acosa a armónicos, acordes sordos del piano y a una percusión en modo de detritus orgánico. Pilar Rius aportó, con la guitarra eléctrica, sutilísimos momentos de colores grisáceos, especialmente en esta pieza en su tramo conclusivo cuando el proceso de oxidación concluye y la obra muere.
Difícil lo tuvieron el resto de las propuestas para captar la atención después de una creación como Oxide. Carlos D. Perales estrenó una nueva versión de Love Portrait (2022), obra que se sigue con interés, aunque no nos pareció que aportara mucho la confrontación del sonido instrumental con arranques electrónicos que se movían entre el avant techno y el free jazz. Synapse (2022), de Fernando J. Laguna, otro estreno absoluto, resultó la partitura más convencional de las atendidas, de claras intenciones y diáfana escritura, asida a una abstracción académica que sigue encontrando su legítimo espacio en el panorama de la música contemporánea. Finalmente, del italiano Marco Momi se ofreció Ludica II (2009), obra de amenas fragilidades tímbricas y con un final suspensivo notablemente preparado. La adhesión a estas músicas de los miembros de Taller Sonoro fue ejemplar, no haciendo distinción en la total entrega que dispensaron a cada una de las propuestas planteadas.
Ismael G. Cabral