SEVILLA / Más vale ‘Gato’ que liebres
Sevilla. Teatro de la Maestranza. 17-II-2022. Penella, El gato montés. Mariola Cantarero, Juan José Rodríguez, Antonio Gandía, Simón Orfila, Sandra Ferrández, María Rodríguez, Fernando Campero. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro Teatro de la Maestranza. Escolanía de Los Palacios. Director musical: Óliver Díaz. Director de escena: Raúl Vázquez.
Por el escenario del Teatro de la Maestranza han desfilado en la presente temporada más liebres que gatos; por ejemplo, aquella Butterfly entre escombros radiactivos o aquellos Capuletos y Montescos en la mafiosa Calabria, óperas que se ofrecían como exquisiteces y que tan desabridas resultaron en sus puestas en escena. Y ha tenido que ser precisamente un gato, el montés, el que escénicamente haya superado con creces a las supuestas liebres.
Raúl Vázquez nos ha proporcionado un espectáculo coherente, hermoso e intenso, a pesar de las muchas limitaciones de un libreto, hecho a base de la más tópica materia de Andalucía: bandoleros, toreros, gitanos, cura de misa y olla, madre amantísima…, “un sencillo drama pasional”, en palabras del autor, que resulta ser un dramón hoy día infumable desde la forma (el lenguaje en el que está escrito, una jerga de vulgarismos y arbitrarios andalucismos) hasta el fondo (el enfrentamiento por el amor de una mujer, que en su ambigüedad sentimental es a su vez víctima y verdugo). Y aquí está el mérito del director de escena, que ha sabido huir en lo posible de los aspectos más folclóricos y desfasados para centrarse en lo más esencial del drama, que también tiene sus virtudes, aunque no en exceso. Los diversos escenarios de los actos y cuadros se concentran en un espacio único, voluntariamente limitado, y con una gran carga simbólica.
En lo musical, destacó claramente el barítono Juan José Rodríguez, un Gato que sigue en plenitud de facultades tanto canoras como escénicas. Estuvo bien secundado por su rival el Macareno, el tenor Antonio Gandía, de agradable timbre. No así la Soleá de Mariola Cantarero, tan querida aquí en Sevilla por sus brillantes actuaciones pasadas, y que en esta ocasión nadie se explica qué le pasaba, con una voz tremolante, un vibrato acusado, unos difíciles agudos, y una pésima actuación como actriz, rígida, inexpresiva y apenas inteligible en su dicción. En este aspecto, las voces masculinas estuvieron muy por encima de las femeninas. Claro ejemplo fue la modélica dicción del bajo Simón Orfila encarnando al popular Padre Antón. María Rodríguez representó bien su papel de madre, con un canto no más allá de lo correcto. Más interesante, por la sensualidad de su voz, la Gitana de Sandra Ferrández, y muy a tener en cuenta el Hormigón del joven Fernando Campero.
El Coro, la Escolanía y los demás cantantes y bailarines bien en general. La batuta de Óliver Díaz enérgica y brillante, aunque a veces, más de las deseadas, tapase las voces. Esta es la tercera ocasión en la que El gato montés se representa en el teatro. La primera fue en la Expo’92 con un pletórico Plácido Domingo como el Macareno y con la revisión de la partitura del desaparecido maestro Miguel Roa; la segunda, en 2013, con una tenebrosa puesta en escena de José Carlos Plaza; y esta con la nueva producción de la Ópera de Tenerife en la que, exceptuando al italiano Massimo Carlotto, todos son españoles, lo cual es una buena noticia del alto nivel que el género operístico en su complejidad va adquiriendo entre nosotros.
Jacobo Cortines
(Fotos: Guillermo Mendo – Teatro de la Maestranza)