SEVILLA / La ‘Inacabada’, completada

Sevilla. Sala Turina. 30-XI-2019. Orquesta Bética de Cámara. Alejandra Navarro, violín. Alicia Salas, viola. Director: Michael Thomas. Obras de W. A. Mozart, F. Schubert y M. Thomas.
Fundada en 1923 por Manuel de Falla y con Ernesto Halffter como primer director, la Orquesta Bética de Cámara es la decana de las agrupaciones orquestales de Sevilla y su vida en estos noventa y seis años ha sido un vaivén de muertes y resurrecciones que parecen haber terminado de momento desde su refundación hace unos años de la mano de la experta batuta de Michael Thomas. Desde que éste abandonase el prestigioso Cuarteto Brodsky que él mismo fundase, Thomas se ha centrado en la creación y dirección de conjuntos orquestales como la Orquesta de Cámara Andaluza, la Orquesta Joven de Andalucía, la Orquesta Ciudad de Almería (con su hijuela de la Orquesta Joven), la Sinfonietta San Francisco de Paula o esta venerable Orquesta Bética de Cámara, integrada por profesionales y jóvenes recién egresados de los conservatorios. Aquí, como en las demás agrupaciones, Thomas deja la impronta de su innata capacidad pedagógica y de su capacidad de transmisión de entusiasmo.
En este concierto se ofrecía la primicia de la labor de Thomas para completar la famosa sinfonía nº 8 de Franz Schubert. El director británico ha utilizado y orquestado para ello los dos últimos tiempos del cuarteto de cuerdas en Sol mayor D. 887, un Scherzo. Allegro vivace de aires mendelssohnianos, con su trío en forma de ländler; y un Finale. Allegro assai, una tarantela en moto perpetuo con reflejos rossinianos.
En cuanto a la interpretación cabe decir en primer lugar que la reducida sección de cuerda grave (tres chelos y dos contrabajos) desequilibró el balance sonoro global en esta sinfonía, en la que dichas cuerdas graves tienen tanto peso desde la primera frase del Allegro moderato hasta la exposición del segundo tema del mismo tiempo, por no hablar del sustento de los momentos más dramáticos del Andante con moto. Salvo esta cuestión, Thomas consiguió un buen empaste entre las secciones y estableció un fraseo rico en matices y con notable transparencia que permitía seguir las diferentes líneas melódicas superpuestas en los pasajes más densos.
Antes, el concierto se había abierto con una soberbia versión de la Sinfonía concertante para violín y viola en Mi bemol mayor KV 364/320b de Mozart. La afinidad de Thomas con el Clasicismo se manifestó aquí en una dirección llena de chispa, de atención a los acentos, de control de la articulación, estableciendo ataques definidos y frases sin finales alargados innecesariamente, lo que unido a un vibrato moderado y a unos tempos ágiles y nada lánguidos dio lugar a una versión llena de gracia y de belleza. Se contó para ello con la espléndida participación de Alejandra Navarro y Alicia Salas, ambas profesoras de la Orquesta Nacional de España. El violín brillante de Navarro y la viola profunda y suave de Salas se compenetraron a la perfección, estableciendo unos bellísimos juegos de respuestas y luciendo cada cual a mayor altura en materia de agilidades. El diálogo entre ambas en ese conmovedor Andante fue verdaderamente emocionante. Se despidieron con una espectacular versión de la Passacaglia de Haendel/Halvorsen.