SEVILLA / Dos Rachmaninov(s) antagónicos
Sevilla. Teatro de la Maestranza. 11-IV-2019. Alexander Ghindin, piano. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Director: John Axelrod. Obras de Schoenberg, Rachmaninov y Strauss.
Sevilla. Teatro de la Maestranza. 25-IV-2019. Gloria Campaner, piano. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Director: John Axelrod. Obras de Wagner, Rachmaninov y Schuman.
Con escasa imaginación programativa se desenvuelven bastantes de los programas de la Sinfónica de Sevilla (ROSS) esta temporada; lo que no quiere decir que las obras propuestas carezcan de enjundia. Comenzó el mes de abril con la visita del pianista ruso Alexander Ghindin [en la foto] que interpretó el Concierto nº 3 de Rachmaninov. No es esta una obra de excesivas sutilezas y, efectivamente, el solista invitado presentó un sonido hercúleo, martilleante y rotundamente virtuoso. Un desafío del que salió ganador aunque quizás haya quien prefiera lecturas algo más líricas que impetuosas.
Tan fogosa y encendida como la mirada de Ghindin se mostró una Sinfónica que se acompasó muy bien con la tormenta de teclas, gracias a un John Axelrod atento al solista y que no desaprovechó, por su parte, las posibilidades de lucimiento orquestal que le brindó la célebre página del compositor. Antes, la sección de cuerdas de la ROSS había ofrecido una ejemplar lectura de la Noche transfigurada de Schoenberg. Fue la del maestro norteamericano una versión de fuertes tensiones, pero sin excesivas acritudes, como tendiendo más al carácter envolvente y brumoso de la versión orquestal de la obra. Una inspirada interpretación rota por unos improcedentes por precipitados aplausos cuando todavía no se había apagado el sonido.
A Axelrod, como a su antecesor en el podio de la orquesta hispalense, Pedro Halffter, le sienta bien la música de Richard Strauss. Y esto es así porque, efectivamente, la ROSS responde a la sonoridad encendida de una música como el poema sinfónico Muerte y transfiguración. Atendimos una interpretación de gran energía y con fuertes contrastes, en la que brilló muy notablemente toda la sección de metal y la cuerda grave.
Tras la pausa de la Semana Santa, Axelrod continuó en Sevilla haciéndose cargo del décimo programa de abono de la temporada, esta vez inaugurado con una página poco divulgada, la Eine Faust Ouvertüre de Richad Wagner. Música que fue servida con gran ductilidad e inspiración por parte de la batuta y los profesores, aunque también con cierta impaciencia del público por escuchar a la pianista invitada, Gloria Campaner, que iba a vérselas minutos después con el Concierto nº 2 de Rachmaninov.
Si esta misma temporada celebramos con los mayores elogios el arrojo de la violinista Patricia Kopatchinskaja contándonos algo realmente novedoso sobre el Concierto de Chaikovski, en esta ocasión también valoramos la intención de la italiana Campaner con el celebérrimo concierto del compositor ruso. Pero la comparación se acaba ahí. Porque la pianista ofreció una interpretación, sí personal, pero desvaída, morosa hasta la extenuación y carente de interés. En el primer movimiento la ROSS la engulló; tanto que el propio Axelrod hizo reiteradas señales para que la orquesta frenara el ímpetu. Mejoró considerablemente en el Adagio, con todo más en su sitio y con algún que otro apreciable juego muy interpretativo, tono que mantuvo hasta el final. En la propina, Traumerei (Sueños) op. 15 de Schumann, Gloria Campaner aniquiló la lógica con una versión flemática y ridícula, en la que cada nota parecía un parto, con un piano resonante y afectado hasta lo indecible.
La Sinfonía nº 2 de Schumann fue dicha por John Axelrod con arrojo y gran solidez constructiva. No hubo nada fuera de lugar (más allá de un leve desacompasamiento en el primer compás de la obra) en una versión de hechuras románticas y gran dosificación de los clímax. Poco o nada que ver, por desgracia, con revisiones más clásicas, más aligeradas de cuerda y de gravedad. Pero esto es cuestión de gustos.
Ismael G. Cabral