Seiji Ozawa, un hombre de paz
El gran director Seiji Ozawa, cuyo fallecimiento acaba de hacerse público, no sólo fue el primer japonés en comandar las cumbres de la música clásica occidental. También fue un líder inteligente y sensible que utilizó sus contactos personales para acercar a las naciones, contribuyendo especialmente a curar las heridas entre Japón y China, su país natal.
Seiji nació en la Manchuria ocupada por Japón en septiembre de 1935. Su primer premio en un importante concurso francés de dirección de orquesta en Besançon le valió una invitación a Tanglewood para estudiar con el gran maestro Pierre Monteux. Rápidamente llamó la atención de Leonard Bernstein y Herbert von Karajan, que se convirtieron en sus mentores. Le llovieron las invitaciones.
En 1964 fue nombrado director musical de Ravinia, el festival de verano de Chicago. Al año siguiente fue contratado por la Sinfónica de Toronto, en 1970 por la de San Francisco y en 1973 acabó recalando en Boston, donde permaneció al frente de la sinfónica durante 29 años. Su periplo bostoniano se vio empañado por intermitentes manifestaciones de descontento por parte de los músicos de la orquesta, pero los disidentes fueron rápidamente destituidos y su mandato continuó sin oposición. Tal vez uno de sus principales problemas fuera su muy limitado dominio del inglés.
En 1979, Ozawa fue invitado a China para dirigir la primera Novena de Beethoven que se escuchaba en el gigantesco país asiático en casi dos décadas. Ese mismo año llevó de gira por Oriente a la Sinfónica de Boston. Regresó con frecuencia a su país natal, y de hecho él mismo se encargó de enterrar las cenizas de su madre en el patio de su infancia.
Amigo íntimo de los fundadores de Sony, Akio Morita y Norio Ohga, Ozawa solicitó y obtuvo enormes donaciones para la Sinfónica de Boston, incluido un edificio en Tanglewood.
Después de Boston, trabajó siete años como director musical de la Ópera Estatal de Viena y fundó una orquesta de verano en Japón, la Orquesta Saito Kinen, que lleva el nombre del maestro de Ozawa.
El estilo de Ozawa en el podio fue moderándose desde las primeras calistenias de Bernstein hasta la impasibilidad del último Karajan. Fue un gran defensor de un selecto grupo de compositores contemporáneos, en particular Messiaen, Ligeti, Dutilleux y Takemitsu.
A pesar de los desagradables conflictos a los que se tuvo que enfrentar en Boston, Seiji jamás fue una persona rencorosa ni vengativa. Podía ser excepcionalmente generoso con colegas que pasaban por malos momentos. En 2010 se le diagnosticó un cáncer de esófago que consumió sus energías en los últimos años.
Norman Lebrecht