Schulhoff por partida doble

VIOLIN UNLIMITED: Sonatas para violín solo de Schulhoff, Hindemith, Jarmach y Erdmann. Baiba Skride, violín. ORFEO
VIOLIN ODYSSEY: Obras para violín y piano de Schulhoff, Pejacevic, Achron y Grant Still. Itamar Zorman, violín. FHR
Ochenta años después de su cruel muerte en un campo de concentración nazi, el compositor checo Erwin Schulhoff está gozando en estos últimos meses de una especie de renacimiento, con una ópera representada en Praga y dos sonatas aparecidas en disco. Schulhoff, que alcanzó la mayoría de edad en los locos años veinte, se empapó de todas las tendencias efímeras que salpicaron la época -jazz, ragtime, cabaret- sin perder de vista el contacto con su objetivo principal. Su adhesión al comunismo le costó amigos y partidarios en Praga y, cuando los alemanes entraron en escena, le llevó a un campo de concentración, donde murió de tuberculosis a los 48 años.
La sonata para violín solo, escrita en 1927 y numerada como opus 13, supone una dosis de seriedad frente a la frivolidad de la época, en una forma que nos remite a Johann Sebastian Bach y, algo menos, a Béla Bartók. Se trata de una magnífica pieza de diálogo intemporal, cuyo grado de dificultad exige un virtuosismo y una concentración de primer orden.
La forma en que la interpreta la letona Baiba Skride la sitúa entre mis obras favoritas de los años veinte, en algún lugar entre Wozzeck, Showboat y Jonny Spielt Auf. Ni el compositor ni el intérprete hacen concesiones. Es toda una demostración de clase con un sonido glorioso. Skride completa el resto del álbum con sonatas contemporáneas para violín solo de Hindemith, Jarnach y Erdmann.
Por su parte, el solista israelí Itamar Zorman interpreta otra sonata para violín de Schulhoff, también de 1927, aunque en esta ocasión con el acompañamiento del piano. La pieza es más alegre y jazzística que la sonata para violín solo, y a Zorman se le nota tal vez demasiado entusiasmado por hacernos pasar un buen rato. No le ayuda en su empeño un pianista lituano con el que no parece estar siempre de acuerdo.
Así y todo, la escucha de esta sonata merece la pena; posee un movimiento lento que parece tocar lo más profundo de las emociones y lo más oscuro de las corrientes ocultas que se gestaban en la política y la sociedad de la época. Los imaginativos rellenos de Zorman incluyen una sonata de 1917 de la croata Dora Pejacevic, arreglos de Heifetz de una suite de Joseph Achron y una somnolienta pieza de William Grant Still. Atrévase.
Norman Lebrecht
1 comentario para “Schulhoff por partida doble”
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