SANTIAGO DE COMPOSTELA / Kaija Saariaho, pasión por Simone Weil
Santiago de Compostela. Auditorio de Galicia. 11-IV-2024. Karen Vourc’h, soprano. Inés Salvado, narradora. Ângela Alves, Joana Valente, André Lacerda y Luis Pereira, cuarteto vocal. Inês Pedruco, danza. Real Filharmonía de Galicia. Directora: Joana Carneiro. Kaija Saariaho: La Passion de Simone.
Entre las muchas novedades que nos está deparando la llegada de Baldur Brönnimann a la titularidad de la Real Filharmonía de Galicia (RFG), una nos llamó poderosamente la atención cuando se empezaron a conocer los detalles de lo que sería su estreno como director artístico de la orquesta: el nombramiento de la finlandesa Kaija Saariaho como primera compositora en residencia de la Real Filharmonía.
Desgraciadamente, el fallecimiento de Kaija Saariaho nos privó de su presencia física en Santiago de Compostela, pero de aquel proyecto de residencia artística han quedado tres partituras formando parte de la temporada 2023-2024 de la RFG, a modo de homenaje póstumo y retrato musical: una representación de su creación artística cuya última entrega pudimos escuchar el jueves 11 de abril, con el estreno en España de la versión camerística de La Passion de Simone (2005-06), oratorio para soprano, narradora, coro y orquesta que tiene como protagonista a Simone Weil, filósofa nacida en París, ciudad en la que, precisamente, moría Kaija Saariaho el 2 de junio de 2023.
Al programar La Passion de Simone ha querido destacar Baldur Brönnimann, asimismo, los importantes vínculos que unen a Simone Weil con España, país en cuya Guerra Civil participó la escritora y humanista francesa, dejándonos sobrecogedoras páginas de sus experiencias en el frente, ya fuese formando parte de la Columna Durruti, ya como periodista y observadora de los estragos que la conflagración bélica causaba entre la población y las tropas republicanas.
Para presentar La Passion de Simone en el Auditorio de Galicia, ha sido Joana Carneiro quien se ha puesto al frente del proyecto, demostrando la directora lisboeta su sólida experiencia en este oratorio, que va desde el año 2016 (con puesta en escena de Peter Sellars en el Ojai Music Festival de California) hasta el pasado 28 de marzo, fecha en la que Carneiro dirigió La Passion de Simone en la localidad suiza de Winterthur, por lo que la principal directora invitada de la RFG llegaba a Santiago de Compostela con la partitura prácticamente sin cerrar.
La Passion de Simone es una obra de notable densidad, en la que una escritura de naturaleza postespectral se convierte en el paisaje musical idóneo para el libreto compuesto por el escritor franco-libanés Amin Maalouf reuniendo textos de la propia Simone Weil en una dramaturgia que juega con la soprano solista, la narradora y el coro (incluso, con la propia orquesta) como alter ego de Simone Weil, fragmentando y deconstruyendo su compleja personalidad, así como cambiando el foco de su mirada desde ella misma a un exterior que no deja de ser la propia reflexión de una Simone Weil que, musicalizada por Saariaho, potencia esa voluntad de experimentar otras vidas y formas de pensar, en un proceso no exento de traumas y dolor. Es por ello que el oratorio se estructura en quince partes que Saariaho denomina —de forma muy premeditada— «estaciones», reforzando las analogías con la Pasión cristiana y otorgando relieve no sólo al pensamiento místico de Simone Weil, sino a la tortuosa vivencia que la pensadora parisina experimentó de su propio cuerpo.
Por su imbricación de angustia, violencia y sensualidad, esa vivencia de lo corporal nos deja algunos de los momentos psicológicamente más tortuosos y complejos de La Passion de Simone, un oratorio de marcado signo introspectivo que, en todo caso, incluye un buen número de compases en los que seremos partícipes de la no menos conflictiva relación habida entre Simone Weil y su entorno productivo, como las sonoridades tan aceradas y mecánicas que remedan las experiencias de la filósofa en las lúgubres y deshumanizadas fábricas de la primera mitad del siglo XX (en plena economía de guerra, cuando Weil muere a los 34 años en Inglaterra, el 24 de agosto de 1943): paisaje acústico en el que las técnicas extendidas y el ruido adquieren un mayor peso, portando ecos de la Saariaho más rupturista de los años ochenta del pasado siglo.
Entre esas estaciones más convulsas y desgarradas, resplandecen en La Passion de Simone sucesivos brotes de iluminación que dan cuenta de sus epifanías filosóficas y religiosas, apuntando a un complejo panteísmo que tanto bebe del cristianismo como del pensamiento oriental, camino de una cruz personal autoimpuesta. Todo ello se vuelca a escena por medio de una refinadísima instrumentación plagada de delicadas estructuras microtonales, armónicos, glissandi y el halo espectral que con el paso de los años fue desarrollando Kaija Saariaho como seña de identidad, ya sublimando la mencionada etapa más extendida, ya dando forma orquestal a las sutiles modulaciones de los materiales musicales que caracterizan a su trabajo electroacústico.
A ello se suma un estilo vocal que en La Passion de Simone continúa lo ya consolidado por la compositora finesa en la que fue su primera y más representada ópera, L’Amour de loin (1999-2000), por lo que prima el canto y la inteligibilidad de los materiales melódicos y fonéticos desplegados por Kaija Saariaho desde el libreto de Amin Maalouf, siendo claramente más osado el trabajo orquestal que el vocal (tanto en la soprano solista como en el coro).
Con estos ingredientes, la versión dirigida por Joana Carneiro al frente de la Real Filharmonía se mostró tan intensa como es habitual en la enérgica batuta de la lisboeta, ya fuese en los compases más agresivos y rítmicamente sincopados, ya en los místicos y nebulosos: los más bellos en las cuerdas y maderas de una RFG que nuevamente contó entre sus refuerzos con instrumentistas especializados en música contemporánea, lo que confiere solidez al, de por sí, notable trabajo de una orquesta que en este tipo de partituras va ganando progresivamente confianza y resolución. En Santiago de Compostela, y en la versión camerística, la parte orquestal me ha vuelto a parecer la más lograda e interesante, musicalmente hablando, de La Passion de Simone: verdadera escenografía y sublimación del espíritu del texto en sí misma, por lo que, con esta buena base, un alto porcentaje del éxito del oratorio estaba consolidado.
Por descontado, otra pieza crucial en dicho éxito fue la de la soprano solista, con una excelente Karen Vourc’h que convenció plenamente tanto en sus portamenti y técnicas vocales más virtuosísticas (muy bello y cuidado, el vibrato) como en lo más melódico y cantábile, alternado con un recitado de gran seriedad e introspección, fluctuando entre los constantes cambios de estado de ánimo a los que sirve su canto, como expresión de las múltiples Simone Weil que la habitan.
También muy notable en su rol de narradora ha estado la actriz y cantante compostelana Inés Salvado, cuyo recitado (en gallego y proyectado en sobretítulos, como el texto de Karen Vourc’h) resultó claramente inteligible y matizado, con sensibilidad y carisma, reforzando ese camino de espiritualidad y ascetismo que ha querido señalar Joana Carneiro desde el podio: cuestión no menor, si tenemos en cuenta que, precisamente, en la Portugal de la que Carneiro es originaria tuvo Simone Weil sus primeras revelaciones religiosas, observando el fervor cristiano del pueblo luso.
Otro elemento que ha formado parte de la puesta en escena de La Passion de Simone en Santiago de Compostela ha sido la danza (posibilidad que contemplaba originariamente la propuesta de Peter Sellars para este oratorio), con Inês Pedruco como protagonista, en un incansable trabajo que nos ha recordado a las actuaciones de Javier Martín con Vertixe Sonora; por tanto: creación corporal que es música en sí misma y plena actualidad. Con la (incansable) aportación de la danza a lo largo de todo el oratorio estamos ante otro ángulo en la construcción de la personalidad de Simone Weil; de nuevo, referido a los elementos más físicos de la escritora francesa, convirtiéndose el cuerpo de Inês Pedruco en un remedo gestual del verbo, aunque no sólo en su vertiente más puramente orgánica, sino en la religiosa y espiritual, añadiendo complejidad a una globalidad humana no exenta de fuertes contradicciones, como la de Simone Weil.
Todo ello ha redondeado un espectáculo filosófico, musical y teatral de alto interés que esperamos tenga continuidad en el futuro, pues rara vez en nuestras temporadas orquestales tenemos la oportunidad de disfrutar de una apuesta tan actual y redonda, en la que nada ha fallado esta vez, colaborando a crear una dramaturgia en escena un sutil y elegante diseño de luces que nos ha sugerido los diversos desplazamientos y geografías por las que la vida de Simone Weil fue transitando, hasta su agotamiento.
Señalar también que, además del concierto propiamente dicho y de la habitual charla previa al mismo (conducida por la directora técnica de la RFG, Sabela García), la orquesta organizó, como actividad complementaria, un encuentro en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Santiago de Compostela con especialistas en la obra de Simone Weil: charla en la que también participaron Sabela García y Joana Carneiro, potenciando unos vínculos entre la RFG y la universidad que están llamados a reforzarse, ya no sólo por las posibilidades de un conocimiento especializado que ofrecen a los abonados de la orquesta, sino porque abren la puerta a un público joven que ha de ser la base del futuro de la música culta.
Simone Weil nos plantea en sus escritos que debemos abordar la vida de forma más intensa y radical, eludiendo una tautología y unas rutinas que para ella representaban la muerte tanto de las emociones como del pensamiento. La posibilidad de asistir a conciertos como el dirigido el pasado jueves por Joana Carneiro nos ofrece la preciosa ocasión de escapar de lo manido, creando nuevas formas de comprender el hecho musical. La gran ovación brindada al final del concierto por el público de la RFG, que hizo salir a los intérpretes de La Passion de Simone varias veces a escena, nos indica que la dirección artística de la orquesta compostelana va por el buen camino.
Paco Yáñez
(Fotos: Real Filharmonía de Galicia)