SANTIAGO DE COMPOSTELA / Aarón Zapico: energía barroca para la Real Filharmonía
Santiago de Compostela. Auditorio de Galicia. 09-XI-2023. Real Filharmonía de Galicia. Director: Aarón Zapico. Obras de Avison, Castel, Telemann, Bach, Richter y Haydn.
Cuando Baldur Brönnimann fue nombrado director titular de la Real Filharmonía de Galicia, se destacó su vinculación con el repertorio contemporáneo, aspecto sin duda relevante y que habrá de modernizar la programación de la RFG, pero que se complementa con otras cuestiones de gran calado para una orquesta del siglo XXI, como su interés en poner el repertorio antiguo en manos de especialistas cuya experiencia y maestría hagan avanzar a la Real Filharmonía en la corriente interpretativa que hoy tenemos como idónea para dichas partituras: la históricamente informada.
Dos nombres destacan, al respecto, en la temporada de abono 2023-2024 de la RFG: Aarón Zapico y Enrico Onofri, dos directores cuya forma de actualizar el repertorio antiguo nos deja lecturas marcadas por la pujanza y la creatividad, por lo que su presencia en Santiago de Compostela resulta del todo pertinente para insuflar modernidad interpretativa a páginas tantas veces escuchadas de forma plomiza e impostada por la pátina de periodos históricos posteriores.
Con Aarón Zapico nos quedamos hoy. Cualquiera que conozca su extraordinaria labor al frente de Forma Antiqva entenderá la importancia de que el clavecinista y director asturiano se haya puesto por primera vez al frente de la Real Filharmonía, una orquesta en la que Zapico se había integrado, formando parte del continuo y bajo la dirección de Frans Brüggen, en los años fundacionales de la RFG: experiencia que calificó de reveladora, situándola entre aquéllas que cambiaron su forma de comprender la música.
Si lo que le vimos a Aarón Zapico el pasado 9 de noviembre al frente de la RFG es fruto de aquella revelación, bienvenida sea tal experiencia epifánica, pues en su concierto titulado Le Grand Tour el director asturiano nos dejó unas impresiones inmejorables, concibiendo un programa luminoso y equilibrado entre páginas del Barroco y del Clasicismo, incluidos algunos de sus principales representantes, como Georg Philipp Telemann, Johann Sebastian Bach y Joseph Haydn, así como algunos descubrimientos.
Fiel a la temática que articulaba su programa, arrancó Zapico Le Grand Tour desde Inglaterra, con el Concerto grosso nº5 en Re menor (c. 1744) de Charles Avison. La plantilla por la que optó Zapico a lo largo del concierto aligeró el volumen habitual de la RFG, aunque cierto es que otros directores historicistas hubiesen reducido aún más las cuerdas de una orquesta que contó con seis primeros violines, seis segundos, cuatro violas, cuatro violonchelos y dos contrabajos, además de flauta, dos oboes, fagot, dos trompas y clave, con Diego Fernández aportando un bello continuo en un instrumento que siempre congratula escuchar en el Auditorio de Galicia, donde el clave escasea.
Crucial, sin duda, es su sonoridad en un Concerto grosso nº5 que se basa, precisamente, en varias de las sonatas para clave de Domenico Scarlatti, por lo que los ecos de esta primera composición, aunque llegados desde Inglaterra, se amplían a Italia y España. Tanto en Avison como en el resto del programa, el estilo interpretativo de la RFG no sólo estuvo marcado por Zapico, sino por su concertino invitado, Andoni Mercero, uno de los mejores violinistas españoles en este repertorio. Con Mercero liderando a la RFG con gran criterio, destaca en su forma de abordar este Concerto grosso nº5 no sólo la limpidez y la falta de vibrato (que, cual mantra, durante tiempo pareció ser lo único que se destacaba de las versiones historicistas), sino el fraseo, la articulación y la energía, en línea con las mejores escuelas de dicha corriente en el presente. Aunque los instrumentos de la RFG son modernos y en cuestiones como la disposición de su cuerda (no antifonal) se podría haber arriesgado más (lo hizo Brüggen en su día con esta orquesta), lo más interesante de sus lecturas con Zapico es, sin duda, su búsqueda de matices en cada línea instrumental, jugando con las dinámicas, el ataque y cierta percusividad en el golpeo del arco que, aunque no fuesen barrocos, ni las cuerdas de tripa, confieren esa vivacidad y tensión típicas de los instrumentos de época (echándose en falta, en todo caso, el timbre de dichos instrumentos en este repertorio).
Así, en el Concerto grosso nº5 ha sobresalido el arrojo de la RFG ya desde el Largo inicial, concebido como primer paso de ese Grand Tour al que Zapico nos ha invitado, primando la motilidad y un ímpetu constantes. A lo largo de los cuatro movimientos ha mimado el asturiano la transparencia y los diálogos dentro de la orquesta, con una gran Barbara Switalska en el primer violonchelo y un soberbio Alfonso Morán liderando a los contrabajos, con el estilo de quien tiene demostrada experiencia en este repertorio.
La segunda partitura del concierto vino de la mano del tudelano José Castel, de quien escuchamos su Sinfonía nº3, una página que Forma Antiqva tiene, con plantilla más reducida, en su repertorio. Como en las restantes partituras, Zapico respeta aquí escrupulosamente la indicación de tempo de cada movimiento, con cierta ligereza que sólo lo es de velocidad, pues en fuerza e ímpetu sus lecturas se caracterizan por un brillo cargado de energía que hace muy disfrutable su dirección, ya desde el Allegro inicial. El Andante gracioso lo enfocó Zapico desde la elegancia, el refinamiento y el buen gusto; como un Minuetto bien punteado por trompas y maderas, aunque es la cuerda la base desde la que se construye el tan vivo fraseo de la RFG, insuflando vida a una Sinfonía nº3 que, en todo caso, lejos queda de las excelencias compuestas contemporáneamente en Centroeuropa, como escucharíamos al final el concierto.
Cerró la primera parte del mismo Georg Philipp Telemann, con su Ouverture-Suite en Sol mayor “La Bizarre” TWV 55:G2, página que Aarón Zapico quiso variar en función de cada una de las danzas que la componen, por lo que los cambios de ritmo y acentuación fueron constantes, pero sin perder como punto de unión una articulación netamente barroca y un estupendo continuo a cargo de la cuerda grave y de un clavecinista, Diego Fernández, que nos sorprendió con ecos bachianos en su instrumento: antesala de unos dúos de violín y clave que han estado entre lo mejor de “La Bizarre”, primando en Andoni Mercero una técnica y unos ornamentos que nos hablan de un enorme criterio y de una belleza en su violín realmente destacables. Destacar, asimismo, cómo en la Sarabande y en los demás movimientos lentos Zapico maneja el tempo de forma netamente dramatúrgica, ralentizándolo y creando efectos teatrales por medio del silencio. Frente a dicha pausa y templanza, ha destacado en la furibunda Fantaisie la sección de violonchelos de la RFG; mientras que los minuetos fueron bailados por Zapico desde la dirección reforzando los reguladores dinámicos, para desembocar en un Rossignol muy ágil, en el que pudimos escuchar el zapateado del director asturiano marcando el compás con su habitual arrojo, cerrando una “Bizarre” repleta de buenos detalles y matices, muy disfrutable y adecuada en estilo.
También sorprendentemente adecuada sonó la RFG en la Sinfonía de la cantata “Am Abend aber desselbigen Sabbats” BWV 42 (1725) de Johann Sebastian Bach, página en la que el tempo imprimido por Zapico se acercó a una de mis versiones discográficas predilectas, la de Masaaki Suzuki en el sello BIS. Como el director japonés, Aarón Zapico confiere una gran vivacidad y presencia a los oboes, de línea bellamente cantabile, en diálogo con un soberbio y detalladísimo Manuel Veiga en el fagot, un músico que esta temporada está dejando muy buenas sensaciones en sus conciertos como principal de la RFG. De nuevo, la cuerda estuvo marcada por una sobresaliente articulación y construcción contrapuntística que hacen que escuchar el repertorio barroco, así tocado, merezca la pena hasta con una orquesta moderna.
Sin apenas pausa, se pasó a la Sinfonía nº4 en Do mayor (c. 1744) del compositor moravo Franz Xaver Richter, comprobando la flexibilidad de la RFG esta noche para cambiar de época y estilo, aunque manteniendo el arrojo y la fuerza que ha caracterizado a cada una de sus lecturas; en el Allegro de esta sinfonía, con señalados contrastes entre las secciones de cuerda y un ataque muy marcado en el arco. Mientras, el Andante fue dirigido por Zapico de forma solemne y grave, de nuevo extremando los rangos dinámicos para crear interesantes efectos dramatúrgicos y flexibilizar la sonoridad de la RFG, incluyendo elocuentes silencios. El Allegro conclusivo vuelve a estar marcado por el ímpetu, aunque, en conjunto, y como sucedía con la sinfonía de Castel, estamos ante obras algo reiterativas y menores en inventiva, si las comparamos con las de Telemann, Bach o el propio Haydn, con quien se cerraría el concierto.
De Joseph Haydn escuchamos su Sinfonía nº30 en Do mayor Hob. I:30 (1765), pieza que, por tanto, ha elevado el nivel artístico considerablemente. Además, pocas veces habíamos disfrutado de un Haydn tan bien tocado y de tan buen estilo por parte de la RFG, con un Andante nada pesado, pero sí elegante, refinado y de estupendos diálogos entre vientos y cuerda en pizzicati. El Tempo de menuetto final nos mostró un mayor cuerpo en la RFG, con unas trompas y un fagot que confieren músculo y rotundidad a los graves, como los contrabajos, pero sin perder un ápice de gracia y de la enorme inteligencia de Haydn en cuanto a forma y estructura, perfectamente respetadas por Aarón Zapico, insuflando la transparencia, el carácter y el vigor de los mejores defensores del sinfonismo haydniano de las últimas décadas: los Christopher Hogwood, Frans Brüggen, Bruno Weill, Roy Goodman, Sigiswald Kuijken o, ahora mismo (con integral sinfónica en proceso de grabación para el sello Alpha), Giovanni Antonini.
Y es que, como destacó Aarón Zapico en su conversación con Sabela García Fonte antes de su debut al frente de la RFG, una orquesta del siglo XXI ha de ir más allá de unas rutinas que, en cuanto a criterios de interpretación y programación, se antojan trasnochadas en la mayor parte de España. Puso Zapico a la Real Filharmonía como ejemplo de por dónde deberían ir los derroteros de una orquesta social y artísticamente trascendente en los tiempos que corren, abarcando desde la música antigua (con criterios historicistas) a la apuesta por el mejor repertorio contemporáneo, unido a cuestiones como la inclusión de género y la confianza en las jóvenes generaciones: apuestas que, esperamos, se consoliden como señas de identidad y prestigio de la RFG.
Paco Yáñez
(Fotos: Real Filharmonía de Galicia)