Santi Barguñó: “Las orquestas deben construir un repertorio que las identifique”
Productor musical y programador artístico de L’Auditori de Barcelona, Santi Barguñó está detrás de muchos de los empeños que esta institución pone en renovar sus contenidos y, con ello, generar públicos nuevos y volver a interesar a ese otro aficionado que acusaba cansancio ante la habitual convencionalidad de las programaciones. Ahora se lanzan a otra experiencia, el alumbramiento de un sello discográfico a través de ediciones físicas y digitales en el que la música de creación actual y la integral de la obra de Maurice Ravel son dos de los focos principales.
¿Qué espacio de mercado y de identidad quiere alcanzar L’Auditori con el lanzamiento de un sello discográfico propio
El sello de L’Auditori nace como respuesta a la necesidad de grabar en las mejores condiciones el repertorio de la OBC, controlando al 100% los derechos fonográficos y la promoción de las grabaciones, y generando un catálogo que refleje la relación entre tradición y modernidad del actual proyecto artístico de la orquesta.
El espacio de mercado se basa en criterios de diferenciación: en el contexto actual y con toda la historia de la fonografía al alcance de un clic, no tiene sentido centrarse exclusivamente en gran repertorio. Los artistas deben preguntarse hoy en día qué tiene sentido grabar desde la perspectiva de un oyente: ¿otra integral de sinfonías de Beethoven, de Mahler o de Sibelius? Si no eres la Filarmónica de Berlín o no tienes un motivo de peso, en el caso de la gran mayoría de orquestas europeas hay que ir más allá. Las orquestas deben construir un repertorio que las identifique geográfica y estéticamente, que les permita comunicar su proyecto internacionalmente, y desde mi punto de vista, con una apuesta permanente por la creación actual —que es la música a la que nos debemos, desde donde se amplía verdaderamente el repertorio sinfónico—. Esta estrategia incluye también el proyecto de la BMB (la Banda de Barcelona), agrupación sinfónica residente en L’Auditori, cuyo proyecto discográfico es de un valor patrimonial incalculable, y que es un referente en su género.
La creación del sello de L’Auditori se enmarca, además, en un cambio de paradigma en la industria discográfica —no solo en el ámbito de la música clásica y contemporánea, también en el pop y en otros géneros—. Desde que los ingresos por venta de discos físicos se han reducido al mínimo, los sellos que no actúan como managers o promotores ya no disponen de capacidad ni para financiar proyectos ni para promocionarlos debidamente, y necesitan la participación de los artistas para hacerlos viables. Esto ha generado un cambio profundo en los modelos de producción, edición y promoción de grabaciones: el artista ha pasado a estar en el centro de la industria discográfica. Es cuestión de tiempo que asuma esa responsabilidad y que aprenda a capitalizar también los beneficios. En el ámbito orquestal, donde se presupone una estructura financiera y promocional considerable, hace años que orquestas como las de Londres, Seattle o Berlín, en tanto que artistas, han tomado el control total de su proyecto discográfico.
La apuesta por EP’s con ediciones digitales no es habitual. ¿Se trata quizá de una forma de no avasallar, de proponer y contextualizar la audición de la obra de un compositor actual?
Es cierto que en el caso de la música contemporánea puede ayudar que una grabación no sea de larga duración, sobre todo para oyentes no habituados, pero hay que pensar que esto está sucediendo en muchos otros géneros. Desde la perspectiva del marketing digital es mucho más eficiente basarse en singles (si es posible con soporte audiovisual) que en álbumes. Solo hay que fijarse en las dinámicas del pop. Esto es un reflejo más de cómo la sobreestimulación de internet ha ido menguando nuestro tiempo potencial de atención, es algo a lo que empuja la adopción de un entorno digital global mediatizado por la publicidad. Como consecuencia, nuestra capacidad de focalización y de escucha ha disminuido mucho (y no me refiero solo a la escucha musical). Aun así, hay además una razón práctica para editar EP’s digitales: la mayoría de las primeras grabaciones que realizamos son encargos que la propia orquesta ha hecho a compositores, obras que estrenamos en temporada y que luego grabamos en sesiones de estudio, con las partituras ya revisadas, las obras aprendidas y con productores de primer nivel. El objetivo es ofrecer versiones de referencia de todo el repertorio contemporáneo de la orquesta. El hecho de que las obras no alcancen la duración de un CD, cuando el 90% de los oyentes ya no utiliza ese formato, no puede ser un motivo para no grabar una obra de un autor por el que hemos apostado en temporada.
Para el proyecto Ravel se ha optado por ediciones físicas. Teniendo en cuenta la amplia fonografía, ¿por qué se ha apostado por una integral y cuáles diría que, a su juicio, son las señas identidad de estas grabaciones de Morlot con la OBC?
Ludovic Morlot es un especialista en repertorio francés y en música del siglo XX, ha ganado cuatro premios Grammy por sus grabaciones con la Orquesta Sinfónica de Seattle, incluyendo la integral de música sinfónica de Dutilleux. Su precisión y su control del color orquestal dotan a sus interpretaciones de Ravel de una gran transparencia, de unos balances sonoros repletos de sutilezas, algo esencial en una música de una orquestación como la de Ravel, tan milimétricamente concebida. También hay que sumar el carácter propio de la OBC: una orquesta del sur de Europa —en el buen sentido—, temperamental, con mucha capacidad poética… algo que complementa rasgos también esenciales en la música de Ravel. Creo que, en general, hay que poner en valor esas virtudes en nuestras orquestas, tan distintas a las orquestas nórdicas: tan perfeccionadas técnicamente, pero a veces más previsibles musicalmente.
Es un privilegio para la OBC afrontar esta integral, supone un reto e implica un claro crecimiento como instrumento, algo que ocurre en paralelo a una renovación en la plantilla que nos ha permitido captar muchísimo talento en poco tiempo: en sólo cuatro años la OBC ha incorporado 30 músicos nuevos de todas partes del mundo. La integral de Ravel permite proyectar internacionalmente ese crecimiento.
Además, la integral está vinculada a una revisión editorial de las obras sinfónicas completas del compositor francés: la Ravel Edition, proyecto que cuenta con artistas de la talla de Bertrand Chamayou, Renaud Capuçon, François-Xavier Roth, Ludovic Morlot, George Benjamin, Kirill Karabits o Cristian Măcelaru, entre otros. Esta colección de discos de la OBC se sirve de esta actualización musicológica, y se publicará en seis CD entre abril de 2024 y diciembre de 2026.
Háblenos también de la selección de compositores actuales que presenta y presentará el sello. Más allá de la adscripción geográfica (a Cataluña) de muchos de ellos/ellas, ¿hay otras cuestiones referidas a estéticas y/o lenguajes que se quieran abordar?
Es fundamental presentar autores que actualicen la vigencia de la orquesta como instrumento contemporáneo, compositores que sepan leer el valor específico de un instrumento de casi cien músicos, que tengan un gran control de la orquestación, que sepan conectar con un público habituado al repertorio romántico, y que lo hagan, en la medida de lo posible, expandiendo sus horizontes estéticos y creando una experiencia de escucha transformadora. Creo que todos los álbumes que producimos tienen que aportar sentido, humildemente, a la continuidad de la orquesta sinfónica en el siglo XXI. No hay unos parámetros estéticos preconcebidos, pero sí la actitud de mirar hacia adelante, de pensar la tradición desde la contemporaneidad.
Por otro lado, la OBC, como es natural, refleja el buen momento que vive la composición en Cataluña, pero no solamente. También participamos en co-encargos internacionales que incluyen a autores como Olga Neuwirth, Luca Francesconi, Thomas Adès, Lisa Streich o Cassandra Miller. Estos encargos no siempre pueden grabarse, pero en algunos casos se conciben desde el principio como proyectos discográficos. Es el caso, por ejemplo, de la compositora canadiense Cassandra Miller, una creadora que está creciendo mucho internacionalmente, que aporta una perspectiva compositiva renovadora y que mantiene una estrecha relación artística con la orquesta.
¿Se trata de una colección centrada únicamente en la OBC o también tendrán cabida otras formaciones ligadas a L’Auditori como la BMB que dirige José R. Pascual Vilaplana y otros conjuntos habituales en unos ciclos y otros?
La BMB es también una parte fundamental del proyecto sinfónico de L’Auditori. Hay muy pocas bandas que tengan una residencia permanente en una sala sinfónica, con temporada estable de conciertos en un auditorio. Hay que pensar que la Banda de Barcelona fue creada en 1886, es una institución indispensable para entender la historia de la música catalana, su acción permanente en la ciudad de Barcelona y su aportación a la creación de repertorio para orquesta de viento son de un valor incalculable. El proyecto discográfico de la BMB reivindica el valor específico del repertorio bandístico tradicional —como el de Carlos Suriñach o Miguel Asins Arbó— pero también muestra su apertura a lenguajes contemporáneos —como Fayos Jordán o Agustí Charles— y a figuras internacionales del género —como pueden ser Philip Sparke o Franco Cesarini—.
¿Cuáles son los principales beneficios de no haber contado para estos proyectos con un sello discográfico externo, también cuáles son las dificultades de la autogestión?
Los principales beneficios son el control artístico, editorial y promocional de los proyectos, y la propiedad de los derechos fonográficos y de sincronización de los masters. Las dificultades principales residen en absorber esas cargas de trabajo con una estructura departamental concebida para producir conciertos, no grabaciones. El esfuerzo inicial en la distribución de tareas del sello en nuestros distintos departamentos es considerable, pero los beneficios del proyecto superan las dificultades, al menos por el momento. Además, hay que tener en cuenta que contamos con la estructura de Naxos Global para una gran cantidad de procesos; tenemos que hacer seguimiento de todo, pero sin un motor como el de Naxos sería imposible para nosotros arrancar un proyecto así, con 20 referencias solo el primer año de actividad.
¿Qué implicación tiene Ludovic Morlot en la política de encargos y grabaciones que van a desembocar en este proyecto?
El proyecto discográfico de L’Auditori empezó a gestarse dos años antes de que llegara Ludovic Morlot, pero desde que empezó como director musical de la OBC su implicación ha sido total. Es un director con muchísima experiencia discográfica, tanto en Seattle como con la BBC Philharmonic: es imaginativo, dialogante y con una capacidad de trabajo extraordinaria. El diálogo artístico entre Robert Brufau —director de L’Auditori— Ludovic Morlot y yo es permanente, tanto en la concepción de los programas de conciertos como en la definición de los encargos y el diseño del proyecto discográfico —todo ello estrechamente relacionado—.
Por ahora disponemos, en cuanto a música actual, de álbumes de autores vivos como Oliu, Miller, Giménez Comas, Martínez y Vivancos. ¿Hay un interés igual o mayor de lo habitual por parte del público abonado y fiel a la OBC por estas propuestas o sigue haciendo falta una pedagogía mayor para la aceptación de creaciones contemporáneas?
La pedagogía para contextualizar la creación contemporánea es siempre necesaria, en todas las orquestas, también en la OBC. Hemos producido videos breves con entrevistas a los compositores, por ejemplo, que se proyectan en sala antes de un estreno. Pero nuestro público funciona a dos velocidades: tenemos un abonado fiel que mayoritariamente quiere escuchar gran repertorio romántico, y tenemos también un sector más joven de público, que distingue la modernidad del proyecto de la OBC y que disfruta y aplaude la nueva creación con naturalidad. Creo que se trata de mantener un equilibrio realista con respecto a la presencia de la música contemporánea: no podemos subestimar la capacidad del público, pero tampoco podemos convertir nuestra temporada en el Festival de Donaueschingen.
¿Qué puede avanzar respecto a futuros registros que aún no sea conocido?
Estamos produciendo un CD monográfico de Hèctor Parra con dos grandes obras sinfónicas, un EP digital de Luis Codera Puzo para sintetizador modular y orquesta, un EP digital de Octavi Rumbau, y varios álbumes monográficos de larga duración de compositores como Raquel García-Tomás, Cassandra Miller o José Río-Pareja.
Ismael G. Cabral
Caja
Las críticas de estas tres grabaciones se pueden leer aquí: Gerhard, Oliu y Miller.