SANTANDER / Mutter, el violín imperial
Santander. Palacio de Festivales. 25-VIII-2021. Festival Internacional de Santander. Anne-Sophie Mutter, violín. Lambert Orkis, piano. Obras de Mozart, Beethoven y Franck.
Teniendo en cuenta que en el transcurso de las carreras de largo recorrido suelen darse altibajos, momentos de eclosión emparejados con otros más sombríos, es excepcional que Anne-Sophie Mutter lleve más de cuatro décadas afincada en la cumbre más elevada de todas, que su talento siga fascinando a los oyentes contemporáneos como fascinó al Karajan de los 70, que hizo de ella la emperatriz del violinismo mundial: atractiva, poderosa y seductora, dueña de una personalidad dispuesta a afrontar la vida con generosidad y valentía. De él heredó, entre muchas cosas, una obsesión por la belleza que parece acrecentarse con el tiempo, imponiéndose a variopintas modas y tendencias, así como a la aparición de una pléyade de jóvenes violinistas (Jansen, Fischer, Hahn, Ibragimova, Batiashvili…) listas para dar vueltas a los grandes del pasado.
Apenas habían bajado las luces cuando Mutter, acompañada de Lambert Orkis, apareció en el escenario del Palacio de Festivales luciendo una elegancia, un glamour y un poder magnético que se mantendrían incólumes en los casi noventa minutos que duraría el concierto. Y el encanto de su violín fue instantáneo. Abrieron fuego con la Sonata en Mi menor K 304 de Mozart, situándola ante dos evidencias: la de la genialidad del autor, capaz de encadenar magistralmente ideas irrepetibles que solo a él se le podían ocurrir, y la de su imperiosa necesidad de expresarse más allá de las formas dadas, más allá del aire que se le había dado para vivir. Todo fue revelado de mano de Mutter y Orkis, el hondo patetismo de la pieza, las dudas y las incertidumbres en ella plasmadas, todas esas sombras que son también parte del luminoso mundo de Mozart.
Más que sentados los cimientos del estilo propio, el sonido del violín de Mutter, denso, destellante y absolutamente homogéneo en toda la tesitura, sin puntos débiles, volvió a mostrar en la Sonata “Primavera” de Beethoven toda su expansión unida a una capacidad única para la media voz y para colmar de musicalidad las melodías. También marcó referencia la Sonata en La mayor de Franck, en la que los registros fueron inacabables y los matices abrumadores desde lo majestuoso hasta lo extremadamente sutil. Tan libre, excesiva y personal es Mutter que solo puede tocar con quien la conozca en lo profundo, y quizás sea Orkis, con su aire de persona sencilla y su inmaculado pianismo, el único en el mundo en hacerlo. Juntos mostraron una afinidad inquebrantable y después de esos memorables Mozart, Beethoven y Franck regalaron dos piezas de John Williams y Brahms que prolongaron el encantamiento, la atracción de una experiencia musical tan cautivadora como intensa.
Asier Vallejo Ugarte
(Foto: Pedro Puente Hoyos)