SANTANDER / Música urbana entre Américas y Rusia

Santander. Palacio de Exposiciones y Congresos. 28-IV-2023. Javier Eguillor, batería. Banda Municipal de Santander. Director: Vicent Pelechano. Obras de Hernández, Márquez, Bauza, Bernstein, Shostakovich y D. Mancini-Chapi.
Con mala imagen entre los melómanos de culto y una gestión tradicionalmente burocratizada, algunas bandas de música mantienen, sin embargo, una actividad encomiable, abierta a nuevos repertorios y perspectivas. Es el caso de la Banda Municipal de Santander, una formación reducida en número –una treintena de profesores– pero ambiciosa en objetivos y perspectivas. En esta ocasión, de la mano de su titular, el valenciano Vicent Pelechano, y con el concurso solista del timbalero y percusionista Javier Eguillor (Xixona, 1975), han estrenado en la capital cántabra la adaptación firmada por Jesús Salvador, “Chapi”, de la Suite para batería solista y banda del estadounidense David Mancini.
La versión, que hace brillar con hábil efectividad los muchos y mejores recursos de la batería, suma una larga y espectacular candencia, en la que Eguillor, que es uno de los grandes de su especialidad y un repentista de primera, se explayó hasta arrancar el aplauso y bravos espontáneos del público en mitad de la actuación. Fue un punto culminante, en una velada en la que solista, maestro y profesores de la Banda Municipal de Santander resaltaron el coloreado universo melódico y brillante de una partitura que es referencia en su género. Eguillor toca –tocó en Santander– con esa generosidad visceral, con ese talento, sentido rítmico y energía que tanto significan sus interpretaciones, ya sea en una sinfonía de Mahler, un concierto con orquesta, un recital o, como en esta ocasión, la vistosa y espectacular Suite para batería y banda de concierto de Mancini. Brillante fue también la propina que coronó la exitosa interpretación: la “obertura latina” Paconchita, del alicantino de Novelda Óscar Navarro.
Antes, Vicent Pelechano, que es además director musical y artístico de la Orquesta Sinfónica Juvenil UIMP-Ataúlfo Argenta y maestro de sólidos saberes y finas maneras, corroboró su condición y categoría en una lectura de la Jazz suite nº 2, de Shostakovich, en la que cuidó y realzó la fina escritura, irónica, ácida y siempre genial, del creador de la Sinfonía Leningrado. Como preámbulo y contraste entre ruso y americanos de ambas latitudes, las músicas menores pero no por ello inferiores de El cumbanchero de Rafael Hernández, Conga del nuevo fuego, de Arturo Márquez, o el mambo de Mario Bauza desembocaron en la genialidad incontenida de West Side Story, dicha en genuino inglés pero con universales sal y pimienta.
El concierto, seguido por un público popular y ávido de música, contó con el plus de la actuación de alumnos y alumnas procedentes de diversas escuelas de danzas cántabras. Al final, al salir, en la calle Real Racing Club, bajo el sirimiri de las últimas horas del día, la confluencia entre futboleros de la acera de enfrente y melómanos que acababan de disfrutar del concierto, dibujaban una curiosa y estimulante postal. Maravillosa Santander. Siempre siempre “mirando al mar”, que cantaba el valenciano.
Justo Romero