SAN SEBASTIÁN / Cuarteto Granados: arte y autoridad

San Sebastián. Museo de San Telmo. 22-VIII-2020. Quincena Musical de San Sebastián Cuarteto Granados (David Mata y Marc Oliu, violines; Andoni Mercero, viola; Aldo Mata. violonchelo). Obras de Gabriel Erkoreka, Francisco Domínguez y Béla Bartók.
En opinión de quien suscribe, los grandes compositores han exprimido la quintaesencia de su estilo y personalidad compositiva en sus obras para música de cámara, precisamente porque lo sucinto de las formaciones no da lugar a mucho extravío de ninguna índole. Dentro de este género, quizá sea el cuarteto de cuerda una de las formas más acabadas, inspiradoras y esenciales. Por eso, contar con una formación como el Cuarteto Granados con un programa tan atractivo en esta edición de la Quincena Musical es un lujo que fue apreciado en su valor por el público donostiarra.
Comenzó la velada con el Cuarteto nº 2 de Gabriel Erkoreka, titulado “Quadrupole” en referencia a la propia estructura compositiva: cuatro polos son los cuatro instrumentos que se atraen y se repelen alternativamente, lo que genera profundas tensiones, choques y hasta disensiones que se resuelven en espacios suspendidos de calma real o aparente. Una obra que revela la maestría constructiva de Erkoreka mediante una lección de profunda coherencia entre fondo y forma, cualidades que fueron magníficamente puestas de relieve por los miembros del Granados, bien familiarizados con la partitura, puesto que fueron los encargados de su estreno en 2019 en Madrid.
Siguió la composición ganadora del 15ª Concurso Internacional de Cuarteto de Cuerda “Pablo Sorozábal”, “Tarab”, del joven compositor Francisco Domínguez. Aunque la obra denota una auténtica personalidad creadora, quizá adolece de una excesiva yuxtaposición de ideas y contenidos que genera una estructura un tanto dispersa y de difícil aprehensión.
El programa se cerró con el bellísimo Cuarteto nº 1 op. 7 de Bartók, que pertenece a la etapa (1908) en que el autor comenzó a interesarse en profundidad por el folclore magiar y, de hecho, fue una de las primeras obras en que manifiesta explícitamente ese interés, junto a cierta exuberancia un tanto straussiana que se pondrá de relieve en su única ópera, El castillo de Barbazul, escrita muy poco después. El Cuarteto Granados ofreció una interpretación absolutamente asombrosa basada en un conocimiento y una comprensión muy profunda de la obra y una conjunción perfecta entre los cuatro solistas, que electrizó al público. Un auténtico disfrute.
Ana García Urcola