Romances inciertos, por Nino Laisné y François Chaignaud

ROMANCES INCIERTOS
Obras de Nebra, Gallés, Pancrace Royer et al. F. Chaignaud. D. Zapico, tiorba. F. Joubert-Caillet, viola da gamba. J.-B. Henry, bandoneón. P. Olivé, percusión. Dir.: Nino Laisné. ALBORADA 002 (1 CD)

Lo que se escucha en Romances inciertos (cuyo subtítulo es Un autre Orlando) es un CD inclasificable. O, mejor dicho, se puede clasificar, pero para ello habría que inventar antes el espacio adecuado. Se trata de un concierto articulado en tres actos, reminiscencia de la opéra-ballet del Barroco francés (quien está detrás del proyecto es Nino Laisné, un artista multidisciplinar francés fuertemente imbuido de la cultura hispana desde sus tiempos de residencia en la Casa de Velázquez, y promotor de Alborada, sello discográfico que lo ha editado). Y como toda ópera que no es escenificada, pierde parte de su esencia. Hay que escuchar esta grabación, claro, pero obviamente es más aconsejable presenciar el espectáculo en su globalidad (habrá que esperar, por tanto, a que algún programador se anime a hacerlo).

En lo musical, lo que por aquí desfila son principalmente melodías y danzas que surgieron en la España del Siglo de Oro y que desde entonces han sido interpretadas y modificadas sin cesar hasta llegar a nuestros días. Aquí se mezclan en sorprendente armonía compositores barrocos como José de Nebra, Josep Gallés o Joseph-Nicolas-Pancrace Royer con Ástor Piazzolla o con el autor de coplas sevillano Juan Mostazo Morales (el de La falsa monea o La bien pagá). Predomina lo tradicional, casi siempre anónimo y en varios casos arreglado por el propio Laisné. Tan pronto aparece el aria de una zarzuela de Nebra como se nos presenta La Tarara, esa canción que se cantaba en Castilla la Vieja desde mediados del siglo XIX y que llegó a ser tan popular que, durante la Guerra Civil, la adoptaron los dos bandos. Junto a la tiorba de Daniel Zapico y la viola da gamba de François Joubert-Caillet están el bandoneón de Jean-Baptiste Henry y la voz contratenoril del bailarín François Chaignaud, con la juiciosa percusión de Pere Olivé.

Enrique Velasco

Enrique Velasco