RÍO DE JANEIRO / Chaikovski para iniciar una nueva etapa

Río de Janeiro. Theatro Municipal. 1-XII-2019. Chaikovski, Eugene Oneguin. Homero Velho, Marina Considera, Eric Herrero, Luisa Francesconi, Geilson Santos, Andressa Inácio. Director musical: Ira Levin. Director de escena: André Heller-Lopes.
Los últimos años no han sido fáciles para el Theatro Municipal de Río de Janeiro. Los recortes presupuestarios, los atrasos salariales, la disminución de programación han marcado la casa. En este sentido, la temporada 2019 fue una temporada de superación, coronada con una nueva producción de Eugene Oneguin de Chaikovski, en un diseño escénico del nuevo director artístico André Heller-Lopes y dirección musical del nuevo maestro titular Ira Levin. Una producción que apunta a un reinicio auspicioso.
La primera gran noticia viene de la orquesta. Bajo la dirección del estadounidense Ira Levin, que ocupó cargos en el Theatro Municipal de São Paulo y el Teatro Colón de Buenos Aires, la orquesta del Municipal ya muestra un sonido nuevo y más equilibrado. Más que eso: su actuación está atenta al sentido dramático, en diálogo con la escena y el desarrollo de la acción y de los personajes.
Heller-Lopes, por otro lado, coloca un escenario hecho de espejos. Oneguin está presente al comienzo de cada escena, como si en el futuro recordara los episodios de la ópera y se viera obligado a confrontarse a si mismo y a sus acciones. Este es un efecto interesante, especialmente debido al rendimiento del barítono Homero Velho. Cantante experimentado, retrata intensamente al personaje. Porque este no es un Oneguin que se arrepiente, sino que parece atraído al pesimismo, al sentimiento, en palabras de Chaikovski, de un “viaje eterno a la noche”.
El resto del elenco es muy homogéneo y eficiente en la forma en que retrata el desarrollo del personajes. Tatiana fu vivida con delicadeza por la soprano Marina Considera que, a pesar de una voz todavía ligera, sabe marcar los diferentes momentos de la joven enamorada que, años después, se rinde a un matrimonio de conveniencia. El gran momento de Eric Herrero como Lensky es la cena en la que, durante el baile, desafía a Oneguin, demostrando su tono heroico. Y, como Olga, la mezzosoprano Luisa Francesconi crea interesante contrapunto a la carga dramática de los otros. También vale la pena mencionar el Triquet de Geilson Santos y Larina Andressa Inácio.
El resultado final es un Eugene Oneguin teatralmente atractivo, verdadero en sus intenciones dramáticas, capaz de recrear todo el genio de la música de Chaikovski. Sin exageraciones.