PÉSARO / Gregory Kunde: Sorprendente viaje de tenor a “crooner”
Pésaro. Teatro Rossini. 18-VIII-2024. Gregory Kunde, tenor. Orquesta Filarmónica Gioacchino Rossini. Director musical: Alessandro Cadario. John G. Smith, piano. Oberturas y arias de ópera de Gioacchino Rossini y Leonard Bernstein. Canciones de Bart Howard, Michel Legrand, Gerald Marks, Victor Young y Joseph Mirow.
El tenor Gregory Kunde celebró sus 70 años de vida en el Rossini Opera Festival con un personalísimo concierto, gracias al concurso de la orquesta filarmónica Gioacchino Rossini, dirigida por Alessandro Cadario y con el pianista John G. Smith, autor de algunos de los arreglos que afectaban a las piezas de la parte norteamericana de la velada.
La orquesta tuvo ocasión de lucirse sorpresivamente más en la obertura de Candide, de Bernstein, que en la inicial, Rossini obliga, La gazza ladra. En la obertura rossiniana hubo una cierta prevención inicial, con algunos metales algo nerviosos, mejorando afortunadamente en la segunda sección, que en gran parte procede de Aureliano in Palmira/Elisabetta, regina d’Inghilterra/Barbiere di Siviglia. En esas aguas más conocidas, hubo mayor comodidad y en la sección conclusiva, metales y maderas tuvieron el oportuno realce y ajuste. Con Candide la brillantez fue la nota dominante, tal vez porque el desafío era mucho mayor, no en vano la música de Bernstein exige mucho a las diversas familias instrumentales. La sección que anuncia parte del aria de Cunegonde “Glitter and be gay” ejemplificó el control y precisión que Cadario logró de la orquesta y que fue la tónica dominante.
Gregory Kunde empezó con “Asile héréditaire”, la difícil aria de Arnold del cuarto acto de Guillaume Tell, recitativo incluido, que mostró alguna leve dificultad en el apoyo de frases emitidas en forte y mantenidas, aunque no hubo ni por asomo ese vibrato incontrolado que asociamos al declive de cualquier gola. La voz mostró una homogeneidad de registros que ya querrían tenores más jóvenes, aunque en las frecuentes subidas a notas como Si3 y Do4, a pesar de estar bien preparadas en partitura, hubo tensión perceptible en algunas pero, aunque se pudo mascar la tragedia, Kunde salió airoso del trance y respiró aliviado, consciente del desafío. Muy juiciosamente omitió la cabaletta “Amis, sécourez ma vengeance”. En el aria/canción de Tony de West Side Story dio la primera sorpresa, no solo por el cambio de chaqueta, de negra a blanca, sino por el uso del micrófono, que estuvo presente en el resto del recital, con la posterior justificación de evitar que desde los pisos superiores la voz quedara tapada por la orquesta. Aunque la emisión lógicamente fuese mucho más cómoda, dado que la proyección deviene totalmente secundaria con la amplificación, Kunde convirtió en puro “bel canto” la famosa “Maria”, siendo totalmente creíble como moderno Romeo neoyorquino. Transformado en un maravilloso “crooner”, temas como “Fly me to the moon”, de Bart Howard, o “How so you keep the music playing?”, de Michael Legrand sonaron debidamente jazzísticos, con una orquesta que nos llevaba a los años 40, 50 y 60 del pasado siglo. Sin embargo, fue en “All of me”, de Gerald Marks y que uno tiene asociado a la gran dama del rythm and blues Ella Fitzgerald, y las dos piezas enlazadas mediante arreglo del pianista presente John G. Smith, “When I fall in love” y “All the way” donde aunó ese rigor paradójicamente hermanado con la versatilidad de un tenor con un repertorio amplísimo, que abarca desde Rossini pasando por el Donizetti y Verdi más heroicos hasta llegar a compositores veristas. El ejemplar fraseo de Kunde tuvo mucha carga irónica o de autohomenaje, según se mire, en “You make me feel so young”, de Joseph Myrow, con guiño al público, como si su presencia le hiciera sentirse un jovencito.
El primer bis ahondó en la senda “crooner” de la mano del archiconocido “My way” inmortalizado por Frank Sinatra y que cantó más que dignísimamente. Al terminar, una voz de las alturas del teatro soltó “¡canta ópera!” y Kunde, que preparado para una reacción así, aludió a Puccini y comentó “Prega per me!”. El regreso a la ópera vino de la mano de la turandotiana “Nessun dorma”, cantada a micrófono bajado y cerrado, y con su Si natural emitido en forte y perfectamente acometido, aunque no lo mantuviera mucho. Aunque esperábamos más propinas, hizo un gesto de despedida. Es innegable que, si uno es un gran artista, está bien cante lo que cante y Kunde, a estas alturas de su carrera, se marcó un sorprendente e impecable viaje de tenor a “crooner”.
Josep Subirá
(fotos: Amati Bacciardi)