PARÍS / William Christie se reencuentra con su ópera fetiche: ‘Médée’, de Charpentier
París. Opéra national. Palais Garnier. 10-IV-2024. Lea Desandre, Reinoud Van Mechelen, Laurent Naouri, Ana Vieira Leite, Gordon Bintner, Emmanuelle De Negri, Elodie Fonnard, Lisandra Abadie, etc. Les Arts Florissants. Director: William Christie. Puesta en escena: David McVicar. Charpentier, Médée.
La Ópera de París ha confiado a la dirección musical de William Christie esta soberbia producción de Médée, de Marc-Antoine Charpentier, realizada en Londres en 2013 por David McVicar. Y lo ha hecho con un excelente reparto encabezado por una impresionante Lea Desandre, una Medea felina e intensa; con el Jasón pujante de Reinoud Van Mechelen; y un Laurent Naouri en plena forma. La partitura de Charpentier es apasionante, la música es continua, con unos muy variados recitativo cantando, que surgen de manera natural, conjuntos (dúos, tríos, etc.) y coros de mano maestra, aunque entorpecidos por los importunos ballets que obedecen a la norma del género establecida por Lully, que falleció seis años antes del estreno de Médée. La puesta en escena de David McVicar sitúa la acción en un dominio ocupado por las tropas de los Aliados en 1944.
Doce años después de la decepcionante propuesta del Théâtre des Champs-Elysées, dirigida por Pierre Audi con el Concert d’Astrée, la Ópera de París presenta una Médée de alto vuelo. De todas maneras, no se trata de una novedad escénica, sino de una reposición de la puesta de David McVicar estrenada en la English National Opera. El director de escena escocés sitúa la acción a finales de la Segunda Guerra Mundial, en un castillo del siglo XVII cuyos salones frecuentan los dignatarios de las fuerzas Aliadas. Espléndidamente iluminada por la británica Paule Constable, la escenografía del escocés Bunny Christie es de una elegancia superior, lo mismo el grandioso decorado que los trajes. La coreografía de la inglesa Lynne Page, recuperada en esta ocasión por Gemma Payne, por mucho que intente no ser invasiva, no deja de mostrar unos ballets que se extienden en exceso en detrimento de la luminosa música de Charpentier. La dirección de actores de David McVicar es casi cinematográfica, nos quedamos deslumbrados por la interpretación de la principal protagonista, con su presencia y con una energía desconcertante que se transmite al conjunto de los cantantes que la rodean; se adecuan todos ellos con perfección a los excelentes conjuntos, desde el dúo a los coros, cuidadosamente dispuestos por el compositor.
Los diecinueve cantantes, repartidos en los veintiséis papeles previstos, mantienen con audacia el reparto. La mezzosoprano franco-italiana Léa Desandre en una auténtica fiera, viva, rabiosa, palpitante. Su Medea es magistral en violencia y en espontaneidad. La voz es dúctil, luminosa, lo mismo que la de la soprano Ana Vieira Leite, una Creusa de timbre sensual; Laurent Naouri es un Creonte que impresiona y que termina con el torso desnudo y en slip; el barítono bajo canadiense Gordon Bintner sobrecoge en su Oronte; el tenor belga Reinoud Van Mechelen es un Jasón tan potente como seductor; la soprano francesa Elodie Fonard, una confidente Cléone conmovedora. Emmanuelle De Negri (Nérine), Lisandro Abadie (Arcas), Julit Roset (Amor y Cautiva primera) completan un reparto en el que no hay debilidades.
Les Arts Florissants –el coro, en escena; la orquesta, en el foso– destacan sobremanera en esta obra que conocen a la perfección, sobre todo con la dirección precisa, elegante y entusiasta de su fundador, William Christie, que los ha dedicado a defender e ilustrar la música de Marc-Antoine Charpentier, al darles el nombre de una de sus obras líricas, compuesta en 1685-1686 para la duquesa de Guise, Marie de Lorraine, y con quienes ya grabó, hace ahora cuarenta años, el primer registro mundial de Médée…
Bruno Serrou
(fotos: Elisa Haberer / OnP)