PAMPLONA / Orquesta Sinfónica de Navarra: poética de la incertidumbre
Pamplona. Baluarte. 3-XI-2022. Orquesta Sinfónica de Navarra. Director: Perry So. Obras de Bach (arr. Webern), Tiensuu y Beethoven
Dos acordes entrecortados al comienzo de la Sinfonía nº 3 de Beethoven fueron suficientes para que el genio de Bonn cambiara el modelo sinfónico de su época. De algún modo, su interpretación dinámica y agógica determinan el equilibrio de un movimiento que al igual que sucede en el resto de la obra resuena, incluso con la percepción actual, extenso y emocionante. Uno de los retos de su interpretación reside en mantener la expectativa de un oyente que, sometido a constantes impulsos o gestos sonoros, parece perderse en su ‘yo’ más profundo, pleno de incertidumbre.
La OSN, dirigida por Perry So inició este primer movimiento con un tempo ‘atrevido’, sosteniendo la tensión agógica y dinámica con gran acierto, algo nada fácil, pues los poderosos clímax de lo obra requieren calibrar muy bien el camino a seguir. Por su parte, en el segundo movimiento, Perry So buscó un equilibrio entre la profundidad de una marcha fúnebre y el tempo (derivado de la velocidad del primer movimiento), culminando en su momento central con un poderoso clímax. Un tempo lento cargado igualmente de inquietud, pero en este caso diferente, pues su carácter simbólico con relación a las marchas interpretadas en los funerales de los altos cargos del ejército de Napoleón supera lo circunstancial para convertirse en un sentimiento colectivo, universal. En el tercer movimiento y de manera especial en el último, Beethoven muestra un mundo sonoro brillante y triunfal. La OSN expuso su dominio en el despliegue virtuosístico del cuarto movimiento, revelando una plantilla capaz de expresar nítidamente los contrastes expuestos por Beethoven. Su espectacular comienzo invita a salir de la escucha individual para compartir con los demás una música simbólica a través de la cual Beethoven inició el camino de liberar la música de su abstracción para convertirla en portadora del bien colectivo.
Por su parte, Webern se sintió dubitativo sobre realizar una orquestación de uno de los momentos musicales de Bach más iluminados, el Ricercare a 6 de la Ofrenda musical. En realidad, la música de Bach, en su versión original suponía una abstracción enormemente individualista. Criticado por unos, alabado por otros, lo cierto es que Webern abrió las puertas de una música casi filosófica para transformarla en una obra de carácter colectivo, con la delicadeza que le permite el uso de la ‘melodía de timbres’, deconstruyendo así las ideas polifónicas de la música de Bach para proyectarlas con la luminosidad que ofrece la orquesta sinfónica. Diferente registro para la OSN, pudiera decirse camerístico, ya que, a diferencia de la gran masa sonora de Beethoven, cada instrumento toma el relevo del otro, lo que exige un cuidado exquisito para mantener las líneas de los contrapuntos bachianos.
El programa se completó con Teotón, concierto para sheng y orquesta de Jukka Tiensuu (1948), mostrando una de las tendencias propias de nuestra época multicultural, alejada ya de visiones etnocentristas, lo que permite combinar rasgos musicales de diferentes culturas. En este caso, el concepto concertante, tan propio de nuestra tradición musical desde el período barroco se combina con un instrumento de viento chino, el sheng, cuyas peculiaridades pudimos apreciar por primera vez en Baluarte de Pamplona. Los múltiples gestos sonoros de la música de Beethoven se transformaron en la interpretación de Wu Wei en una exhibición de expresión corporal, una perfecta simbiosis entre mente y cuerpo. Como propina, Wu Wei dejó para la memoria un momento musical con el que cautivó plenamente al auditorio.
Sin duda, acertada iniciativa por parte de la OSN la programación de la música de Jukka Tiensuu. Con todo, lo intercultural casi siempre se afronta con la incertidumbre que produce la unión entre la cultura propia y la de los otros. Y como en otras ocasiones la música, de la mano de la OSN, fue un vehículo idóneo para mostrar el tan necesitado encuentro entre diferentes culturas.
En lo que se refiere a la orquesta, el concierto fue de menos a más. El arreglo de Webern siempre plantea dudas y requiere muchos detalles en su interpretación. En el concierto de Jukka Tienssu, la OSN se adaptó perfectamente al solista, en una obra escrita fundamentalmente para la exhibición del intérprete virtuoso. Finalmente, con Beethoven, la OSN se sintió poderosa, segura y brillante. Sin duda, se trata de un repertorio, el del clasicismo y el romanticismo, que controla perfectamente.
Marcos Andrés Vierge