PAMPLONA / Orquesta Sinfónica de Navarra: derroteros

Pamplona. Auditorio Baluarte. 13-I-2022. Orquesta Sinfónica de Navarra. María José Rielo, fagot. Directora: Lina González-Granados. Obras de Beethoven, Weber y Soutullo.
La Orquesta Sinfónica de Navarra (OSN) reanudó su temporada de abono con un programa titulado Dimensiones sonoras. La interpretación de Alén (obra ganadora de la X Edición del Premio de Composición AEOS-Fundación BBVA) del compositor gallego Eduardo Soutullo marcaba una unidad de programa basada en el sonido por sí mismo como verdadero protagonista del evento. Desde este enfoque, cabe preguntarnos cómo escuchamos a Beethoven desde el contexto compositivo actual. El genio de Bonn se adelantó en cierto modo a la llamada ‘Modernidad’ del siglo XX, al buscar nuevos procesos creativos escapando de prototipos formales establecidos. En el caso de la Séptima sinfonía, Beethoven mostró la importancia del ritmo como elemento estructural. Además, su sinfonía más rítmica ofrece pasajes en los que se alterna una agógica natural con las acentuaciones en tiempo débil, exigiendo a la dirección un gran control sobre el tempo. Su ejecución exige el contraste entre lo expresado con instrumentación reducida y la sublimación de las ideas expuestas por toda la orquesta, requiriendo de la interpretación un virtuosismo en la expresión dinámica. Dirigida por Lina González-Granados, la orquesta navarra ofreció una versión de Beethoven en estado puro, brillando especialmente en los movimientos extremos.
También la obra del compositor gallego participa de ese virtuosismo dinámico, aunque lógicamente expresado con diferente lenguaje. Alén (“el más allá”) comienza con un clúster in crescendo, mantenido hasta que aparece en la cuerda un motivo interválico de siete notas, a partir del cual Soutullo consigue crear una narrativa expresada a través de la dialéctica entre la evocación melódica y un torrente de sonidos, obteniendo un resultado expectante. “Porta do Alén” es un conjunto de rocas que tiene un significado histórico de conexión con el otro mundo. La obra expone libertad estética sin perjuicios, con referencias evidentes (pues lo nuevo surge de la renovación de la tradición), pero todo ello plasmado con una fantasía que emociona. Esa libertad estética y propósito poético fueron dos de los principales paradigmas creativos de Beethoven. A partir de su música, se abrieron nuevas puertas, aquella vez creativas, tantas en el pasado siglo que originaron una especie de laberinto en la relación compositor-público. Soutullo consigue salir de ese bucle, realizando una obra dotada de una narratividad que surge de su significado extramusical. Como algunos creadores de las primeras vanguardias del pasado siglo, el compositor gallego vincula en Portalén el elemento primitivo con lo nuevo, lo arcaico con la ‘Modernidad’, todo ello expresado con una cascada de sonidos que la OSN ejecutó con la potencia y precisión expresiva que la obra requiere.
En este contexto de programa, el concierto de Weber se mostraba como un remanso para una dirección, que como ya ha quedado expresado, exigía mucho compromiso. La solista, también gallega, María José Rielo demostró la variedad tímbrica que ofrece un instrumento poco habitual en el género concertante, si exceptuamos los conciertos barrocos. Solista y directora mostraron una gran empatía en el concepto interpretativo. La direccionalidad del gesto de González-Granados y la producción de sonidos del fagot de Rielo encontraron el camino para producir algunos pasajes con un resultado sonoro de gran belleza.
Marcos Andrés Vierge
(Foto: Iñaki Zaldua)
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