OPORTO / Monumentos orquestales a la sensualidad y el color

Oporto. Casa da Música. 10-XII-2022. Remix Ensemble Casa da Música. Orquestra Sinfónica do Porto Casa da Música. Directores: Enno Poppe y Sylvain Cambreling. Obras de Rebecca Saunders y Claude Debussy.
Concluyó, el pasado 10 de diciembre, la residencia artística que Rebecca Saunders ha disfrutado a lo largo del 2022 en la Casa da Música de Oporto, auditorio que ha programado hasta siete partituras de la compositora londinense este año, continuando una estrecha relación que comprende cinco encargos de Casa da Música a la propia Saunders, incluyendo piezas tan importantes en su catálogo como Fury (2005), Fury II (2009), Skin (2015-16), Scar (2018-19) o la obra cuyo estreno en Portugal clausuró esta fructífera residencia, Wound (2022), partitura que no dudo en calificar como una de las obras maestras del siglo XXI.
Compuesta para ensemble y orquesta, Wound es una obra de cuarenta minutos de duración en la que Rebecca Saunders expande ideas ya presentes en Scar, pieza para quince músicos cuyo refinamiento y constante transformación del sonido se escala a gran formato, produciéndose continuos filtrados entre el Remix Ensemble, situado en la zona central del escenario ―a modo de solistas―, y una Orquestra Sinfónica do Porto que envuelve al Remix expandiendo todo un mundo de sonoridades mágicas que nacen, dal niente, desde la percusión de un soberbio Mário Teixeira que tiene un papel destacadísimo en su set central para generar motivos de una inventiva tímbrica y de una potencia expresiva deslumbrantes. Los pianos de Jonathan Ayerst y Vítor Pinho serán, igualmente, cruciales a la hora de trabajar dichos materiales, bien como elementos resonantes, bien como espejos para el aparato camerístico-orquestal: desde lo ruidista, con manipulación del cordal con objetos, a lo armónico, expandiendo una paleta de espectros y colores pocas veces escuchada a una orquesta sinfónica.
Y es que la dicotomía ruido-armonía se volatiliza por completo en una partitura, Wound, que integra ambos lenguajes con una coherencia aplastante, derivada de constantes transformaciones de los flujos sonoros entre la violencia, la sensualidad y la poética. De este modo, ensemble y orquesta se convierten en un mapa de emociones relacionadas con la etimología que pone sobre la mesa el título de la partitura (algo tan importante en Rebecca Saunders), remitiéndonos a las heridas y al rasgado de la carne, así como a la lesión de los propios sentimientos, provocada por un acto de agresividad. Aunque antes del concierto conversé con la propia compositora sobre la presencia, más o menos explícita, de las cuestiones de orden social y político en su música (superficialmente, poco evidentes), se hace difícil no comprender Wound como una propuesta marcada por la actual situación europea, tan herida por la violencia y los estragos de la guerra.
De hecho, entre los referentes conceptuales manejados por Rebecca Saunders en Wound se encuentran los trabajos sobre la piel muerta y la crudeza de los cadáveres propia de las creaciones del artista británico Ed Atkins. A ellos se suman alusiones a la «venganza corporal», a una «concertada y sistemática anulación de la bondad», así como a las «mentiras mal contadas». Perturbador y sombrío paisaje, por tanto, en el que la piel ―como en Skin― se convierte, al mismo tiempo, en punto de contacto con cuanto nos rodea ―como barrera para preservar nuestra propia ontología― y en primera línea donde se reciben dichas agresiones e impactos. Ese conjunto de sutilezas hace que la música de Saunders, frente a las más extremas dialécticas de opuestos en partituras como void (2013-14), se muestre ahora más integrada y resuelta en los intersticios sonoros, con una ductilidad y un refinamiento que muestran lo que la propia compositora reconoce como una nueva etapa en su producción musical, nacida a raíz de su trabajo con la voz como materia musical (precisamente, en la antes citada Skin).
En este planteamiento de gran calado y formato (con una enorme plantilla sobre el escenario en la que, además de los dos pianos, se encuentran cinco percusionistas e instrumentos tan queridos por Saunders como la guitarra eléctrica o el acordeón), el silencio resulta, como tantas veces ocurre en la compositora londinense, un lienzo de radical importancia: silencio «lacerado» ―así lo define Saunders― por el sonido para retirar su piel, realizando un «zoom y caer en el infierno, buscando lo que hay dentro». Todo ello nos conduce a una expresividad perturbadora, más allá ―diría― de los habituales paisajes beckettianos tan afines a Saunders, para profundizar en capas aún más agresivas y desasosegantes (las que Ed Atkins pone en el horizonte).
Claro que, para perfilar dichos rasgados del silencio con total definición, se hace preciso un tiempo de reverberación adecuado: un aquilatado respeto por los procesos de nacimiento, explosión y disolución del sonido en Wound, algo en lo que ha estado muy acertado quien ha sido otro de los grandes protagonistas de este concierto: el director y compositor alemán Enno Poppe, presente en Oporto por lesión del francés Sylvain Cambreling (director que, en todo caso, se haría cargo —sentado en una silla sobre el podio de la Sala Suggia— de la segunda parte del concierto).
Poppe es, hoy en día, uno de los mejores directores de la música de Rebecca Saunders, como muestra su reciente grabación de void publicada por NMC. A pesar de que desde hace décadas conozco la gran labor de Enno Poppe como director, nunca había tenido la oportunidad de verlo en vivo, algo que se convierte en toda una experiencia. Poppe muestra un estilo ajeno a toda ortodoxia, con una gestualidad nada al uso, entre lo robótico y cual si su cuerpo fuese movido por hilos, como una (enorme) marioneta. Ahora bien, bajo tan personal gestualidad subyacen elementos que lo conectan con directores tan dispares como Pierre Boulez (a la hora de marcar, así como por la ausencia de batuta) o Gennady Rozhdestvensky (por cómo el cuerpo danza y dramatiza cada inflexión del sonido, con la más absoluta personalidad en todo matiz, pleno de sentido y musicalidad: desde una torsión del tronco a unas manos de crucial expresividad). De hecho, con sus dedos hace recorrer Poppe, una y otra vez, los materiales que no dejan de viajar por los atriles de la OSPCM, procediendo a una versión ruidista de la klangfarbenmelodie schonberguiana que enriquece enormemente los colores de la orquesta y su relación con el ensemble central.
Entre dichos elementos que unifican y diversifican a Remix y OSPCM, nos encontramos una construcción de vastos glissandi armónico-ruidistas de enorme recorrido que sólo se completan al ser correctamente diseminados e integrados en esa prolija red de atriles, con lo cual el impacto, al ver resplandecer todos sus puntos en red, es sobrecogedor. La gran complejidad de Wound hace que resulte aún más pertinente la dirección de Enno Poppe, por cuanto, como compositor, conoce en profundidad los entresijos de una partitura como la de Rebecca Saunders, de la que nos ha dado una auténtica lección, con unos músicos de Remix Ensemble y OSPCM en estado de gracia, demostrando su magisterio en estéticas y técnicas de la más alta exigencia.
A ese crecimiento ha contribuido, a lo largo de los últimos años, toda una nómina de directores que, como verdaderos especialistas de renombre internacional en los repertorios que vienen a dirigir a Oporto, han sentado las bases de tan sólidos resultados como los que la OSPCM ofrece hoy en día en los tan diversos periodos históricos que pone sobre sus atriles.
Sylvain Cambreling es un buen ejemplo de ello, contándose entre las mejores batutas actuales para la música francesa del siglo XX, repertorio en el que nos ha dado una nueva muestra de por qué si las partituras de Claude Debussy están bien trabajadas e interpretadas, como fue el caso en Oporto, éstas se convierten en verdaderas biblias de la orquestación. Por tal motivo, fue la propia Rebecca Saunders quien pidió que fuesen las partituras de Debussy las que acompañaran el estreno de Wound en Portugal, creando un diálogo de una belleza fascinante, así como erigiendo tres monumentos a la sensualidad y al color orquestal tan dispares como los que representan la propia Wound, el Prélude à l’après-midi d’un faune (1892-94) e Ibéria (1905-08).
La dirección de Cambreling, aunque sentado y con ciertas limitaciones en sus movimientos, vuelve a incidir en lo que en Oporto le hemos conocido al frente de partituras tan diferentes entre sí como las de Olivier Messiaen, Georg Friedrich Haas o Bernhard Lang: una transparencia exquisita, un cuidado del timbre y el color primoroso, así como la búsqueda de un equilibrio en el balance orquestal que evite todo sentimentalismo impostado. Ello es especialmente importante a la hora de desmarcar la música de Debussy del Romanticismo decimonónico, haciendo Cambreling de estas partituras, al frente de la OSPCM, un ejercicio de luz y serena contención, en el Prélude; mientras que en Ibéria dejó que los músicos lusos respirasen más sueltos, con mayores ecos populares y un carácter festivo espontáneo muy disfrutable que rubricó un concierto espectacular repleto de lecciones (de ayer y de hoy) sobre la escritura orquestal.
Son lecciones y ocasiones para el disfrute que continuarán en 2023, en una temporada anual cuya programación ya ha sido presentada en Oporto, y que tendrá a Alemania como país-tema en torno al cual se vertebrará la temporada de Casa da Música. Será ésta la segunda ocasión en que Alemania asuma tal protagonismo, después de que lo hubiese hecho en el año 2015; entonces, con Helmut Lachenmann como compositor residente. En 2023 lo será Enno Poppe, de modo que su (inesperada) presencia el 10 de diciembre nos ha ofrecido un anticipo de lo mucho y bueno que el director y compositor alemán nos regalará al frente de sus propias partituras, ya desde el próximo 22 de enero, con la inmensa Speicher (2008-13) sobre los atriles del Remix. Encabezará Enno Poppe, así, una rutilante lista de artistas de diversas nacionalidades a los que podremos ver y escuchar en Casa da Música a lo largo del próximo año, incluidos músicos alemanes como Andreas Staier, Heiner Goebbels, Christian Zacharias, Michael Sanderling o Matthias Goerne, entre otros. De todo ello les daremos cuenta en 2023.
Paco Yáñez
(Fotos: Casa da Música)
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