NUEVA YORK / ‘La mujer silenciosa’: una imperfecta pero atractiva comedia

Annandale-on-Hudson (Nueva York). Bard College. 24-VII-2022. R. Strauss: Die schweigsame Frau. Jana McIntyre, David Portillo, Edward Nelson, Harold Wilson. Director musical: Leon Botstein. Director de escena: Christian Räth.
Me encantan las óperas de Richard Strauss desde que en mi adolescencia escuché por primera vez Salome; posteriormente, y a lo largo de varias décadas, he llegado a conocerlas todas, primero por las grabaciones y luego, con una sola excepción, por las representaciones en directo. Esa excepción acaba de dejar de serlo, gracias a la edición de este año del festival SummerScape en el Bard College, donde por fin he podido conocer en persona a la hasta ahora esquiva mujer silenciosa, Die schweigsame Frau.
No fue un encuentro perfecto, pero en todo caso agradezco haber tenido la oportunidad de obtener una imagen más completa de esta imperfecta pero atractiva comedia, cuyo trasfondo extramusical ha tendido a eclipsar a la propia ópera. En su agónica búsqueda de un nuevo libretista capaz de sustituir a Hugo von Hofmannsthal, que había fallecido inesperadamente en 1929, Strauss reclutó al ilustre y popularísimo escritor austriaco Stefan Zweig, quien comenzó a adaptar (y de paso a simplificar, suavizar y sentimentalizar) la agria comedia de Ben Jonson Epicoene, o La mujer silenciosa, de 1609. Durante la composición de la ópera, Strauss tuvo que maniobrar sobre una incómoda cuerda floja: acomodarse al nuevo régimen nacionalsocialista alemán y, al mismo tiempo, sacar adelante una ópera cuyo libretista era judío, circunstancia que complicaba enormemente la situación.
Cuando se estrenó Die schweigsame Frau en Dresde en 1935 (dirigida por Karl Böhm), Zweig había huido de Europa continental, pero su relación directa con la nueva ópera casi garantizó su rápida desaparición de los escenarios alemanes y austriacos. En 1959 la obra ganó nuevos admiradores en la recuperación que tuvo lugar en el Festival de Salzburgo (aunque severamente recortada) de nuevo con Böhm en el foso, en la clásica puesta en escena de Günther Rennert. Poco después, el espectáculo de Böhm/Rennert viajó a Múnich, donde la ópera sigue siendo, si no exactamente una obra de repertorio, al menos una visitante ocasional. (Lamentablemente, el director de orquesta Stefan Soltesz falleció hace unas semanas de forma tan inesperada como trágica mientras dirigía la reposición este verano).
En todo caso, se trata de una ópera repleta de música deliciosa, intercalada con una gran cantidad de cháchara, que el festival y el director musical, Leon Botstein (defensor a ultranza de la versión original) ofrecieron sin cortar y en alemán, pese a no haber ni un solo alemán nativo en el reparto y probablemente no más de un pequeño puñado entre el público. Lo que obtuvimos los pobres anglófonos fueron más de tres horas (sin contar los intermedios) de un Strauss que oscila intermitentemente entre la gran calidad y una cantidad también grande de relativa escoria. Resulta significativo que dos de los straussianos más prestigiosos del siglo XX, Böhm y Wolfgang Sawallisch, no se arredrasen a la hora de sacar las tijeras (el segundo de manera incluso agresiva).
El argumento de la ópera es bastante sencillo: el veterano oficial de la armada británica del siglo XVIII Sir Morosus no puede soportar el ruido y, animado por su inteligente barbero, busca una joven y complaciente ‘mujer silenciosa’ para que alivie sus años dorados (piensen en Don Pasquale, con Malatesta como barbero y Ernesto y Norina como miembros de una compañía de ópera itinerante). Sin embargo, aunque la producción de Christian Räth (responsable también de los decorados móviles, de temática teatral) se abre con un gran “RUHE” (Silencio) en luminosas letras rojas, rápidamente se nos ofrece el equivalente dramático de un grito estridente e implacable. Räth llena en exceso el escenario de bailarines, drag queens, gigantescos retratos fotográficos (están todos, desde Strauss y Zweig hasta Bach y Mozart, pasando por Caruso, Schwarzkopf y Billie Holiday), todo ello como parte de un enfoque general que pretende mantener las cosas en movimiento a cualquier precio, delatando una clara falta de fe en la capacidad real de la ópera para valerse por sí misma. Cuando volví a casa, no pude evitar deleitarme, a través de YouTube, con unos minutos de la puesta en escena de Rennert, para acabar de confirmar lo que había echado de menos toda la tarde: una sencillez elocuente.
El festival había reunido para la ocasión un reparto admirable, integrado por estupendos actores-cantantes que lucieron espléndidos en los trajes años sesenta (la época del libreto fue alterada en dos siglos, lo que no constituye ninguna sorpresa) diseñados por Mattie Ulrich. El bajo Harold Wilson compuso un Morosus de gran robustez vocal y encanto escénico. En el papel de su sobrino Henry, el escandaloso tenor de ópera, David Portillo mostró, a veces sobreactuando, un fino y delicado lirismo. El barítono Edward Nelson se desenvolvió con soltura en su largo papel de barbero, repleto de diálogos, mientras que la contralto Ariana Lucas resultó francamente cómica como la gruñona ama de llaves. Entre los componentes de la compañía de ópera, destacó sin duda el bajo Matthew Anchel, quien ofreció algunos de los mejores momentos (tanto vocales como teatrales) de la función.
En el rol de Aminta (la esposa de Henry y, bajo el disfraz de Timidia, la supuesta ‘mujer silenciosa’ con la que sueña Morosus), la soprano Jana McIntyre actuó mejor de lo que cantó. Su brillante tesitura cayó en la estridencia en los frecuentes pasajes agudos del papel (Strauss nunca se lo ponía fácil a su prima donna) echando a perder el mágico final del segundo acto con su ataque demasiado fuerte y rápido en el Re bemol, que debe sostener en piano.
En el foso, Botstein hizo de Botstein, siempre más enérgico que delicado, pero es de justicia señalar que su American Symphony Orchestra realizó un estupendo trabajo, por otra parte algo habitual en ellos.
En resumen: a pesar de las imperfecciones de la propuesta, me alegro de haber podido tachar Die schweigsame Frau de mi lista de óperas pendientes.
Patrick Dillon
El vídeo de la representación está disponible en vimeo.com.
2 comentarios para “NUEVA YORK / ‘La mujer silenciosa’: una imperfecta pero atractiva comedia”
<strong>… [Trackback]</strong>
[…] Find More on that Topic: scherzo.es/nueva-york-la-mujer-silenciosa-una-imperfecta-pero-atractiva-comedia/ […]
<strong>… [Trackback]</strong>
[…] Read More here on that Topic: scherzo.es/nueva-york-la-mujer-silenciosa-una-imperfecta-pero-atractiva-comedia/ […]
Los comentarios están cerrados.