Noelia Rodiles y la lengua de las mariposas

Ayer se presentó en el Palacio de Longoria, sede de la SGAE, sala Manuel de Falla, este muy especial CD, The Butterfly effect (que comienza, precisamente, con Papillons, la primera secuencia de miniaturas de Schumann, pródigo en tan poética forma, si es que es forma y no género o quién sabe qué). Es especial este CD por su contenido, que habrá de comentarse en las páginas de esta revista. Y especial por el nivel de la interpretación de Noelia Rodiles.
Presentaciones hay muchas, pero pocas como ésta. Noelia Rodiles tocó piezas del contenido como apertura y como cierre de la presentación. Noelia explicó la lógica del entrevero y el diálogo, en este recital, de los contemporáneos españoles y los románticos de Europa Central, incluida esa joyita juvenil de Schubert, el Adagio en sol, D 187.
Y, como justo después de concluir el acto dijo la profesora Ana Guijarro, directora del Conservatorio Nacional y Presidenta de la Fundación Scherzo: esto es una clase magistral. Animados por Miguel Angel Marín, que dirigió el acto, por sus preguntas incitantes, agudas, los compositores desgranaron la historia de la música occidental, desde Machaut, con especial parada en Monteverdi (se diría) como algo asumido. No nos la contaron, entiéndase, aludieron a toda ella como legado. La palabra tradición no sirve ya para descalificar nada, pero tampoco vale para definir aquello que asumes y estudias cuando echas a andar como músico (intérprete o compositor, no importa). Por eso hay que decir historia. Para David del Puerto, guitarrista y compositor, su horizonte histórico fue ese que se detiene en el siglo XVIII, tal vez en el momento de la muerte de Bach o Haendel; y que prosigue desde la segunda mitad del siglo XX. Para Jesús Rueda, pianista, el referente es el repertorio consolidado del siglo XIX. Pero ambos, en su carrera, han tenido que llenar los huecos, tanto por necesidad como por aventura. Y la aventura es eso que uno emprende camino del conocimiento. El conocimiento artístico es distinto, sin duda, del camino del pensamiento. Pero no es opuesto. Lo demostraron ambos compositores con esa clase magistral que aquí no se puede resumir.
Dirán ustedes que se ha puesto muy de moda eso de dialogar entre composiciones de distinta índole y diferente escuela o nivel de conciencia histórica posible. Sí, ahí están las obras, ahí está el diálogo, ahí está el intérprete. No desconfíen de estas iniciativas, no tienen gran cosa que ver con el protagonismo (no siempre ilegítimo) de los comisarios de exposiciones en grandes museos; los comisarios ni son creadores ni son intérpretes. No son Del Puerto, Rueda o Magrané. Ni son Noelia Rodiles. No confundamos. Rueda dialoga con Schumann; Magrané con Schubert; Del Puerto con Mendelssohn. Rodiles, les da voz a todos, y qué voz. Es un recital que va más allá, parece evidente, de las obras mismas. Y ahí está el sentido del entrevero (palabra que, con todo y sus resonancias ultramarinas, prefiere uno para ampliar el concepto de diálogo).