MÚNICH / Asmik de picas
Múnich. Bayerische Staatsoper. 4-II-2024. Chaikovski: La dama de picas. Brandon Jovanovich, Violeta Urmana, Asmik Grigorian, Victoria Karkacheva, Roman Burdenko, Boris Pinkhasovich, Bálint Szabó, Tansel Akzeybek, Nikita Volkov, Aleksey Kursanov, Natalie Lewis, Daria Proszek, Olga Surikova. Coro y Orquesta de la Bayerische Staatsoper. Director musical: Aziz Shokhakimov. Director de escena: Benedict Andrews.
Desde las proyecciones sobre el telón ya queda fuera de toda duda sobre quién gira toda la propuesta escénica del australiano Benedict Andrews. Hace un año debutaba en Múnich con una versión simbolista de Così fan tutte que trufaba elementos realistas con paisajes de ensoñación. No es muy diferente en filosofía escénica esta Dama de picas, aunque la fantasía de aquella haya quedado aquí un tanto oscurecida por ideas demasiado vistas.
No es difícil relacionar el juego y los casinos con un ambiente de humo, perfume caro, vestidos oscuros y bandas de gánsteres ajustándose las cuentas. Andrews traspone el ambiente de la ópera de Chaikovski a cualquier película del cine negro de Hollywood. Este Hermann, cantado irregularmente por el tenor Brandon Jovanovich, recuerda al Sonny Corleone de Coppola, demasiado impulsivo y enamoradizo para ser un padrino calculador y cínico. Por eso no termina de encajar en el libreto de la ópera, aunque sea el más fiel al personaje original del Pushkin, menos emocional y más adicto a su pasión verdadera: los juegos de naipes.
Si Hermann se debate entre el amor y el juego, Lisa lo hace entre su vida en la calle o su trabajo de cortesana. Para conseguir el segundo le encaja mejor Jelezki, aunque su amor por Hermann le conduce a la primera. La soprano lituana Asmik Grigorian consigue transmitir todo el dramatismo de la encrucijada en la que habita su personaje. El papel le va perfectamente a su voz, que está en un momento de gracia. Lástima que a veces se deje seducir por proyectos que no terminan de aprovechar todos sus recursos canoros. Fue la estrella de la noche junto al excepcional Boris Pinkhasovich, muy contenido en escena, como si fuera un príncipe (el original del libreto) y menos como el jefe de la banda rival. Bello timbre, voz homogénea, línea fluida… fue una gran noche para el barítono ruso.
También brillaron a gran altura la mezzo Victoria Karkacheva como Polina, con un dúo con Lisa y el aria muy bien cantadas e interpretadas, y Violeta Urmana como una condesa de gran misterio y personalidad. Aziz Shokhakimov dirigió los conjuntos estables del teatro con solvencia y atención a la línea dramática del texto.
Felipe Santos
(foto: W. Hösl)