MILÁN / La intensidad poética de Chailly en ‘Lucia di Lammermoor’

Milán. Teatro alla Scala. 13-IV-2023 Lisette Oropesa, Juan Diego Flórez, Boris Pinkhasovich, Michele Pertusi. Director musical: Riccardo Chailly. Director de escena: Yannis Kokkos. Donizetti: Lucia di Lammermoor.
Esta nueva producción de Lucia di Lammermoor estaba destinada a inaugurar la temporada 2020-21 del Teatro alla Scala, pero tuvo que ser cancelada debido a la pandemia. Había grandes expectativas puestas en la pareja de infelices protagonistas, que fue bien recibida; pero una importancia aún más decisiva tuvieron la intensidad poética y la variedad de colores de la dirección de Riccardo Chailly, que supo destacar con extraordinaria finura los diferentes aspectos de la vena lírica de Donizetti en Lucia (cuesta creer que dos obras maestras tan profundamente diferentes como la tragedia política Marino Faliero y Lucia fueran compuestas y representadas en el mismo año). La fuerza expresiva se impuso siempre bajo el signo de una elegancia controlada, y todo ello dominado por el gusto más exquisito. Sólo el barítono ruso Boris Pinkasovich, en el personaje del hermano de Lucia, fue a veces propenso a caer en peligrosos excesos.
En el papel de la protagonista, se esperaba con impaciencia a Lisette Oropesa, que se ciñó a una línea estrictamente belcantista, con gran habilidad y tal vez cierta cautela desde el punto de vista expresivo (comprensible, tratándose del estreno). Siempre muy sugerente resultó el uso de la armónica de cristal en la escena de la locura. Por su parte, Juan Diego Flórez, coherente con el mismo enfoque, fue un Edgardo de intensa elegancia. El respeto a la absoluta integridad de la partitura, con el espléndido dúo tenor-barítono al comienzo del tercer acto, comprometió un tanto la audibilidad de la sublime cabaletta final del tenor. Noble el Raimondo de Michele Pertusi, y simplemente bueno el Arturo de Leonardo Cortellazzi.
La dirección escénica de Yannis Kokkos (responsable también de los decorados y el vestuario) resultó convencional y carente de ideas, situando la ópera a principios del siglo XX, en un escenario eficazmente estilizado no exento de sombría sugestión.
Paolo Petazzi
(foto: Teatro alla Scala / Brescia – Amisano)