Meyerbeer y el día de San Bartolomé
24 de agosto de, tal día como hoy, San Bartolomé, pero del año 1572. Luchas civiles en Francia, guerras de religión. Los católicos llevan a cabo una matanza de protestantes. Comienza en París y se extiende por toda Francia. Ya se sabe: “Un roi, une loi, une foi”, no sé si se decía en este orden. Cabe preguntarse qué pretexto hubieran buscado los europeos para matarse entre sí de no haber colgado Lutero aquellas tesis. Lo cierto es que algunos países, como Francia, se vieron sumidos en luchas civiles; como las ocho guerras de religión, hasta el Edicto de Nantes (1598).
Hace un par de días me refería aquí a una de las óperas más bellas del género grand opéra, que hoy no goza de especial predicamento en los teatros líricos, ni tampoco entre la afición. Hoy, por ser San Bartolomé, podríamos recordar, evocar siquiera, el título por excelencia del género, Les Huguenots de Meyerbeer, con texto de Scribe. No es una obra maestra, ni mucho menos, pero es una obra espectacular, como requería el género grand opéra: trama amorosa, marco histórico y político, buen plantel de solistas que no se limite al trío o cuarteto de siempre, multitudes como coro y como extras, y cuerpo de baile, con números reservados a modo de divertimentos, o incluso con intención dramática, a lo largo de la acción. Les Huguenots, estrenada en 1836, seguía la estela de La muette de Portici (Auber), Guillaume Tell (Rossini), La juive (Halévy) o Robert le diable, del propio Meyerbeer. Pero es débil en lo histórico y lo político, no porque la poética del escenario o la narrativa tenga que seguir la historia de manera rigurosa, sino porque libro y música tienen que ser consecuentes con lo que pretenden plantear. Estar a la altura del tema. Si vas a concluir con la masacre de San Bartolomé, tienes que echar mano de una determinada trama y unos determinados personajes, no te puedes quedar a mitad de camino, con una Marguerite de Valois desdibujada, aunque con al menos un aria importante (Ah, beau pays de la Touraine, acto II), sin que aparezcan los responsables de la masacre (Catalina de Médici, el duque de Guise) o sus representantes. Mejor le salió a Patrick Chéreau, aunque es cierto que ciento sesenta años después. Pese a que la novela de Alejandro Dumas, fuente de la película de Chéreau, La reine Margot, no es ni mucho menos fiable, Chéreau cambió por completo el icono de las películas históricas, y según muchos la estética de filmes posteriores y, en especial, de series históricas, se inspira en ese cambio. Por cierto, recuerden que Miguel Bosé interpreta al duque de Guise, personaje que morirá unos años más tarde, también asesinado: su propia medicina.
Reproducimos el cuadro que conmemora la matanza de San Bartolomé, por François Dubois (Museo Cantonal de Lausana), pero puesto, digamos, en cinemascope, para abarcarlo todo. Este cuadro, pintado bastante después de los hechos, muestra la defenestración de Coligny, la complicidad de la reina madre, la violencia, todo. Sirvió al narrador colombiano Pablo Montoya para la parte central de su Tríptico de la infamia (2014). Pero lo que interesaba a Montoya, sobre todo, era realzar la leyenda negra edificada por los enemigos de los Austrias (de España, dicen algunos: no soy de esos), a partir de otras imágenes, unos grabados de propaganda protestante. A eso corresponden las partes primera y tercera del libro. Que alguien llamado Montoya acepte la leyenda negra tiene mérito, quién sabe si arrastra algo de autocrítica histórica.
Les Huguenots es una ópera desigual, pero con momentos de gran interés lírico dramático. Para tener una buena idea de esta obra, les proponemos la puesta en escena de la Ópera de Sídney (1990), día de la despedida de Joan Sutherland, que hace el papel de Marguerite de Valois. El enlace siguiente les llevará a esa función, aunque hay que advertir que la calidad de imagen, aunque no precaria, sí deja que desear. No es HD, desde luego que no, pero permite disfrutar de una versión que, como todas, está cortada, pero que mantiene mucho del total escénico, por llamarlo así. Falta, por ejemplo, todo el cuadro primero del acto quinto. Entre otras cosas. Tal vez sea mejor encargar el doble DVD de Art Haus o el de Kultur (acaso haya más ediciones) que contiene esta representación. Ver tal función hoy, al menos una parte, es una manera de recordar lo que en Francia se llama “la Saint Barthélemy”.
MEYERBEER: Les Huguenots. Ópera de Sídney, 1990. Australian Opera and Ballet Orchestra. The Opera Australia Chorus. Marguerite de Valois: Joan Sutherland. Raoul de Nangis: Anson Austin. Marcel: Clifford Grant. Valentine: Amanda Thane. Urbain: Suzanne Johnston. Le Comte de Nevers: John Pringle. Le Comte de Saint Bris: John Wegner. Director musical: Richard Bonynge. Director de escena: Lotfi Mansouri. 3 horas, 20 minutos. Con subtítulo en inglés.
Santiago Martín Bermúdez